sábado, 18 de julio de 2009

De nuevo esa sensación en el pecho. Esta vez, no bastó con respirar hondo y descansar un poco. La taquicardia no se detuvo, seguía ese palpitar esforzado y lento, tan irregular, tan definitivo. Pensó: "chance me llegó la hora..., ahora sí ya me cargó la chingada...". Empezó a ver luces, perder fuerza y sentir un mareo gradualmente más intenso.







Muy en su interior, espiritualmente, sintió un alivio. Por fin, esto iba a acabar; tantas pinches preguntas sin respuesta, el tiempo que no perdona, tantos caminos tomados, un mundo añorado, una personalidad incompatible, un modelo familiar, social tan difícil de confrontar.




En eso, se detuvo a pensar en todas las cosas...., en lo que decidió hacer y dejar de hacer. Recordó el momento con aquel viejo amigo a quien le dijo que si no tomaba otro camino, muy probablemente se volvería alcohólico para poder sobrellevar el presente vacío aburrido al que él mismo se habría condenado. En aquel entonces, se cobijó en temporales soluciones que inducían tímidamente a un cambio revolucionario y alentador. Sin embargo, todas esas acciones eran mediocres y de bajo alcance. El lo sabía.







A ese amigo, nunca lo volvío a ver en la realidad. Pero sí en un sueño, donde ese amigo le decía: "¿Qué hiciste con tu vida?, ¿por qué te hiciste eso?". Ante tal pregunta, él comenzó a llorar, decepcionado, derrotado. Tenía razón su amigo, qué habia hecho con su vida. Mucho estaba mal, eso no era lo que quería.
















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Prioridades

1. Mi paz interior 2. Desarrollar mi misión, creatividad y desarrollo, mi filosofía personal, mi espiritualidad 3. Estar y vivir mi familia ...