sábado, 3 de junio de 2017

Sobre la cortesía y la compasión

A veces llego al hotel después de trabajar, salgo a caminar un rato. Me percibo totalmente ajeno y con un muro invisible, evitando el contacto. Con cierto miedo. 

Observo esa conducta y me cuestiono de dónde viene, a qué va esa conducta. Me sorprende sorprenderme a mí mismo con conductas que no dispongo en mi mente pero que mis emociones dirigen. Mentalmente tengo otra idea, de más apertura, de más conexión, sin embargo, no sucede así en la interacción con el otro. Son dos puntos, a qué se debe que no hay congruencia entre mi mente y mis emociones y qué decir de mis instintos. Parecería que son 3 mundos que no logran coincidir. Por qué puedo tener claridad en el entendimiento pero mi reacción emocional muchas veces es impulsiva y no la más constructiva. Me engancho y mi mente potencia el fenómeno. Ignoro totalmente el instinto o la fuerza. El otro punto es ya en la interacción con el otro, mi muro, qué me dice?. Me siento de repente aislado del mundo, no pretendiendo un contacto con la gente, siento como tratando de guardar un secreto, como evitando ser descubierto, el descubrimiento de un secreto, o de algo que he hecho. Esto lo recuerdo desde niño como conducta, aunque ahora lo tengo un poco más claro intelectualmente.

Pero cuando veo un tercer punto, comprendo que implica mucho el fenómeno social. Las noticias que dividen, el miedo y el ataque, la oscuridad a la luz ha llevado a la defensa. Al individualismo. Ya Carlos Monsivais lo dice cuando se refiere a la vida cotidiana en la Ciudad de México: "la individualidad del ciudadano del DF culmina al final del dia cuando la persona se reconoce por un otro que yace en el espejo del baño", palabras más, palabras menos.

Las noticias sobre masacres de inocentes, la destrucción de la tierra, la falta de humanidad y sobre todo y más que nada (disculpa por el doble énfasis pero conviene destacar el punto), la división de la sociedad. Todos defienden y todos ofenden al mismo tiempo, existe el tú y el yo, no se ve como el nosotros con una distinta interpretación del mismo hecho. Improtante es que hay detrás de todo discurso que es más sobre supervivencia que realmente una interpretación. Defiendo mi interpretación a costa de la separación permanente del otro. Si hay esa esencia, todo se vale. Es probable que los valores (pros y contras aparte) sea la directríz que facilitaría a ser más concientes de evitar la polarización del discurso, de su intención. El tema es tan vital que no permite su conciliación al final, por ejemplo, se puede conciliar sobre el crimen y el perdón?, sobre la ignorancia del victimario?, qué define que sea victimario o agresor?, no me conviene soltar y relajarme por que sería permitir que pueda ser agredido o que me vuelva víctima.

A todo esto, vivimos en una profunda ignorancia sobre nosotros mismos, como sociedad e individuos. Con esa ignorancia, no es válido hacer razonamientos ya que estamos fuera de contexto. Con ésta premisa, podemos concluir que no es sensato tener una discusión en general pero sí es crítico ser conciente de las emociones y procesos que se disparan en nosotros a manera de auto observación y auto conocimiento, una vez que lo podemos ver en nosotros, lo podemos ver en el otro y esto permite ser más compasivo en la interacción con el otro.

Una consideración importante es por lo tanto, asumir nuestra ignorancia, dejar ir la polarización y verse a uno mismo primeramente. Esto da pie a la compasión hacia uno mismo y por lo tanto con el otro. Hace tanta falta un poco de cortesía, de atención, una sonrisa, escucha activa, estar realmente frente al otro, estar presente. Parece que esa es la misión, nada más. El fenómento es extraño por que el hecho de ser visto y escuchado, da pie a hacer lo mismo, sin tener que armar una revolución o invertir dinero o tiempo, es un movimiento que comienza con el primer paso hacia adentro como dicen los grandes sabios.

Actualizaciones

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