lunes, 30 de mayo de 2011

Poema Sufí

Dios descansa en la roca,
sueña en la planta,
se agita en el animal,
y despierta en ti.

Cortesía de Lencha.

Y sea Dios, sea Naturaleza, sea Energía, sea Gran Espíritu...., todos son: Amor.

martes, 24 de mayo de 2011

La mariposa y el colibrí

El colibrí se sostiene en el aire. Agita su cola arriba y abajo guardando el equilibrio.

La flor lo mira y lo contempla. El colibrí la ve.

Rápido y sin dudar, el colibrí se acerca a la flor e inserta su pico en la flor.

El colibrí vuela hacia atrás. La flor satisfecha por el polen que porta el colibrí, le agradece y le dice adiós.

Una mariposa pasa por ahí. El colibrí la ve. La mariposa se sostiene de una hoja, contempla al colibrí.

El colibrí se acerca y la mariposa levanta el vuelo acercándose al colibrí. Quedan frente a frente sostenidos en el aire. Se da una pausa de magia y memoria.

La mariposa se acerca, vulnerable y hermosa al colibrí. El colibrí muy lento se acerca también, fascinado por la belleza y la sensibilidad de la mariposa.

Poco a poco se van acercando hasta que el colibrí...., es besado por la mariposa....

El colibrí cae muerto, fulminado al pasto.

La mariposa, vuela con su caracteristica forma que describe felicidad y locura, inconsciente de su acción.

Vuela, mariposa!!!, le anima la flor con voz llorosa; mientras el colibrí yace muerto para renacer en otro mundo donde el amor tendrá otra intención.

jueves, 12 de mayo de 2011

LA PASIÓN POR LO ABSURDO

Nada podría justificar el hecho de vivir. ¿Cómo, habiendo explorado nuestros propios extremos, seguir hablando de argumentos, causas, efectos o consideraciones morales? Es imposible, puesto que no quedan entonces


para vivir más que razones carentes de todo fundamento. En el apogeo de la desesperación, sólo la pasión por lo absurdo orna aún el caos con un resplandor demoníaco. Cuando todos los ideales corrientes, sean morales,


estéticos, religiosos, sociales o de cualquier otra clase, no logran imprimir a la vida una dirección y una finalidad, ¿cómo preservarla del vacío? La única manera de lograrlo consiste en aferrarse a lo absurdo y a la inutilidad


absoluta, a esa nada fundamentalmente inconsistente cuya ficción es susceptible sin embargo de crear la ilusión de la vida.


Vivo porque las montañas no saben reír ni las lombrices cantar. La pasión por lo absurdo nace únicamente en el individuo que lo ha expiado todo pero que es capaz de soportar terribles transfiguraciones futuras. A quien lo ha perdido todo sólo le queda esa pasión. ¿Qué podría en adelante seducirle? Algunos responderán que el sacrificio en nombre de la humanidad o del bien público, el culto de lo bello, etc. Yo sólo soporto a aquellos seres humanos que han renunciado a experimentar, aunque no sea más que provisionalmente, todos esos sueños. Ellos son los únicos que han vivido de manera absoluta, los únicos habilitados para hablar de la vida. Si pueden hallarse de nuevo el amor y la serenidad, ello es posible mediante el heroísmo y no mediante la inconsciencia. Toda existencia que no contenga una gran locura carece de valor. ¿En qué se diferencia una existencia semejante de la de una piedra, un palo o una mala hierba? Lo afirmo con total honestidad: hay que ser objeto de una gran locura para querer ser piedra, palo o mala hierba.



E.M. Cioran. "En las cimas de la desesperación"

martes, 10 de mayo de 2011

Cuando llegue la lluvia

Las gotas del recuerdo caminarán, lentas e ineludibles por la piel de la conciencia, mi conciencia que yace empolvada y herida en el fondo del acantilado.

Los ojos estarán más abiertos que nunca tratando de ver a través de ese muro de agua. Y entre cerraré los ojos para ver con detenimiento nuestro retrato, mientras el agua limpia la sangre de mis manos y de mi boca. La sangre, tuya y mía que innecesariamente derramamos ante los golpes y sus heridas de las palabras cargadas de dolor; catapultas de basura generada por nuestro corazón corrompido.

Las imágenes duelen, me arranco los ojos y los entierro al pie de un girasol. Camino cegado por la nocturnidad de mi no saber, es preferible la ausencia a la imagen. Es mejor la imagen a la presencia de muerte.

No de vez en cuando, desentierro mis ojos para añorar un poco de esas imágenes. El único medio para llegar a eso que fue, efímero como el sabor de tu mirada, una transitoriedad que maldice al presente.

No me queda más que sentir el sol, en el pecho hundido que tanta polémica hizo en su momento. Ahora todo es tan normal, tan común, en todo el mundo. Ante esta conciencia, busco mis ojos, a gatas, me pico la mano con un trozo de espejo, no sale sangre, sale una lágrima. Busco el significado, lástima que venga tanto dolor anidado.

Ante la falta de consuelo por lo común y carente de significado, mi cuerpo yace tumbado junto a una jacaranda me vierte una cobija de flores moradas. Ahí estoy bien. Que nadie me moleste, que me dejen permanecer en el silencio, antes que la lluvia llegue, antes que las imágenes me llamen o las llame, qué se yo.

Cada que la lluvia llega, sé que nunca fue suficiente...., y concluyo una vez más que en mí buscabas a alguien más.

lunes, 9 de mayo de 2011

Que no se acabe el cielo

Subí al coche y encendí un cigarro. El calor era insoportable; un día sofocante.

"Algo interesante de esta vida, es que todos tenemos la posibilidad de terminarla. No por el hecho de terminarla es importante esta idea, tan solo la calma de saber que podamos hacerlo es tranquilizante".

Tomé rumbo a la autopista. Hoy era uno de esos pinches días. Mi cabeza era una jaula de ruidos y balas en forma de ideas. Dejaban un hueco en las paredes de mi cerebro y por esos huecos se escapaba la poca paciencia. Un fuego cruzado y yo en medio de esa pelea entre buenos y malos, entre inocentes y culpables, entre opciones y dilemas.

Imagen tras imagen, una hiperactividad de la memoria y de la mente. El sudor corría por mi mente.

- Qué onda?, sigues con tu chava?
- Sí. Pero no sé..., esta onda de sus hijos no está siendo tan gracioso. De entrada el pendejo de su ex se avienta unas magias..., el otro día estabamos en Cuetzalan ella y yo y que le llama ese guey para decirle que en ese momento le llevaba a los niños a su casa en Puebla.
- Y qué hicieron?
- Nada, regresar a Puebla en medio de la noche. Con el hotel ya pagado y todo...
- Y los niños?
- Pues..., creo que están locos....., uno se ve que le cago. Me dice que yo no soy su papá.
- Y qué le dices?
- Que afortunadamente no lo soy
- Y el otro niño?, mejor?
- Ese me llama "papá"....
- Y le sigues el juego?
- No, ya hablé con él. Le dije: "momento, momento..., vamos aclarando las cosas niño...., tu papá es aquél chavito que nunca viene a verte...., yo soy el novio de tu mamá y ya. Dicho de otra forma, tú y yo no somos nada...."
- Qué edad tienen?
- 7 y 9 años....., pero esta onda de los niños no me late. Creo que voy a tener que.....

Gerardo tenía un estilo muy divertido por ser frontal y poco cortés. Pero muy práctico. Sin necesidad de constelaciones familiares ni nada, ubicó a los niños en su lugar. Algunos nos toca ser más viajados. Analizar posibilidades poco probables...; no, imposibles, mejor dicho.

Encendí otro cigarro. El camino no era lo más cómodo. Incluso con aire acondicionado el calor era una chinga. Muy acorde con mi mente en ese momento.

Sentía mi cara tensa, gestos que reflejaban mi caída. Entorné mis hombros, estaban tensos. Las piernas las sentía rígidas, las manos y mi frente sudaban, como si el sudor tratara de escapar.

En la vida nos toca ir construyendo nuestros zapatos con materiales y medidas que nos dá la sociedad, la escuela, la familia y una pizca desconocida que no sé de qué se trate, pero una vez que están terminados, vivimos con ellos. Si están chicos, apretados, que nos hacen sangrar los pies, buscamos la forma de caminar para estar lo más cómodos posibles, adaptándonos a ellos. Vaya formas de caminar tan más extrañas, tan difíciles algunas, castigando alguna parte del cuerpo o cansándonos por el esfuerzo para movernos.

- Vaya que chingas nos paramos....
- A caminar descalzo entonces....
- Y nuestros zapatos?
- No importan ya...

Y esto de caminar descalzo sí que es una putiza...., digo, no el hecho de caminar descalzo sino el no usar tus zapatitos a los que te habías acostumbrado. En los que caminabas sólo donde hay pasto. Pero ya no quería más.

"Recordemos que a veces más vale una buena muerte que una mala vida"

Apagué la radio, dí vuelta en U y emprendí camino a la derrota. Empezaba a darme cuenta que posiblemente por ahí iba todo este tema..., por estar más allá del bien y del mal. Por acabar con toda esperanza de una vez por todas.

viernes, 6 de mayo de 2011

Sobre las limitaciones comunicativas

Leído en algún lugar:


Para Platón hay una realidad ideal en un plano ideal, y lo que vemos son las formas imperfectas, inacabadas, de esa realidad. El lenguaje es imperfecto porque no podemos describir esa realidad ideal, se queda corto. Por tanto, existen diferencias entre la realidad platónica y la aristotélica.



La semiología no es el significado de las cosas. De esto se encarga la semiótica. La semiología estudia el proceso de significación, no el significado.

jueves, 5 de mayo de 2011

Instantaneas

Un impulso que no requería explicación. Era un día nublado.

Era la nada, cerrar un canal para abrir otro. Bendito silencio, sagrado recinto. La mirada de un perro, su respiración, el movimiento de las nubes, el olor de las nubes, el subirse a un árbol y volverse rama, moverte junto con la copa del árbol en un vals que dirige el viento.

Sin culpas, sin deberes, sin expectativas, sólo remitirse a la contemplación de lo que en apariencia realmente está. Sin permanecer en el mundo interno. Moví un poco mi pie y empecé a balancearme en la hamaca.

Caminé hacia el patio de la casona. A un lado de la casa habiá un cerro enorme. Lo íbamos a subir, no recuerdo quienes más estaban. Sus caras eran borrosas.

Una mosca me despertó. Me torcí y me acomodé nuevamente en la hamaca. Observé mi mano y la sobé un poco, el hueso había soldado mal y me dolía cada que la cerraba. Trataba de solucionar el dilema del bien y el mal. Si las cosas tan sólo pasan y no hay bueno ni malo, cómo entender el mundo?. Cómo reaccionar?, todo juicio es injusto y negativo. El pensamiento es tan fragmentario, tan relativo. Cada todo, forma parte de un fragmento, una estructura fractal que deja fuera de contexto los parámetros de bien y mal.

Ibamos subiendo el cerro, me faltaba el aliento. Le dije a Liz que me esperara, la besé con los ojos cerrados y permanecí en su frente mucho tiempo. Tomé agua . Gracias por el agua. Sentía la frescura y la vida en el agua. Mojé mi cara, ojos cerrados. Abro los ojos y me vuelvo a acomodar en la hamaca. Sentía el fresco de las nubes. No tarda en llover.

Sentía un dolor en el corazón. Puse mi mano lastimada en el corazón, presioné mi pecho. Lo siento mucho, algo bueno vendrá de esto. Recordé la imagen de mis padres, bendiciendo mi camino, diciendo que tomara la vida siguiendo el impulso, y que lo dejara fluir, que finalmente era lo más sabio, lo primigenio.

En la computadora sonaba Birds de Telefon Tel Aviv. Qué me hace imaginar esta canción?, entrecerré los ojos. La música me llevaba a una calle vacía, sol de medio día. Me sentaba en la banqueta y veía a los músicos de la película La visita de la banda. Estaban frente a mí, en silencio esperando tan sólo. Cerramos los ojos con la cara al sol, sintiendo sólamente. Disfrutando el manto solar.

Abrí mi libro y me extravié en los mantos fragmentados de la memoria colectiva.

martes, 3 de mayo de 2011

El secreto

Pamela tiene la acostumbrada infancia de cualquier hija de un divorcio prematuro. Nunca conoció a su padre y su madre, trabajadora, resultó buena para la política: de ventanilla pasó a cajera, de ahí a secretaria, después a amante y luego a novia oficial de un senador que la encaramó en una curul del congreso local. El senador se fue con su nueva secretaria y ella se hizo regidora, luego congresista y luego regidora de nuevo.




Uno de los varios novios de mamá transforma la vida de Pamela cuando, con dulcecitos y palabras cómplices de amor secreto, le seduce la ignorancia cosquillosa de sus tiernos 9 años. Ella pierde la inocencia entre juegos a escondidas, muchos regalos, chistes picantes y una sensación ardorosa entre las piernas que, un tiempo después, reconoce como culpa y emoción. Ese “novio” la prefiere a ella y busca cualquier excusa para estar a solas. Todo el juego se convierte en un secreto (y todo el secreto en un juego) y eso la eleva al rango de una mujer mayor. Juega al juego que su madre, en las noches de fiesta y días de guardar, encierra en las recámaras de las casas de playa apenas conteniendo el disimulo.



Pamela tiene nueve años y la infancia se ha terminado para ella.




No pasaría mucho tiempo para que este “novio-papá” se fuera y a Pamela le aterra la idea haber hecho algo malo, de no haberlo obedecido, de ser la culpable. Siente con mucha fuerza y más que nunca el abandono. Tiene miedo de nunca volver a ser cómplice y ser parte de algo. Y entonces intenta incluir a la mamá en el secreto (y hacerla también su cómplice) y ésta se vuelve una furia descargando en su cuerpo golpes y manotazos mientras le grita niña mentirosa y puerca.



Nunca, nunca, nunca se vuelve a mencionar el tema.



El secreto se vuelve un tabú para ella misma, que a veces se pregunta si acaso las imágenes de sus sueños serán pesadillas. Es entonces que (sin su permiso ni voluntad) su mente desconoce el episodio como propio y lo borra para siempre. Pero no la ansiedad, pero no la emoción, pero no la culpa. No borra su certeza de ser mujer (quién pudiera) ni las cosquillas bajo el ombligo cuando un hombre la mira de esa manera, con esas ganas, cuando la tocan, cuando la acarician, cuando la beben. Emociones tan intensas la despiertan. Amplio espectro entre el rencor y el amor, entre la culpa y el miedo, entre la risa y el olvido. Su adolescencia temprana comienza de golpe. Sin proponérselo se pasa horas frente al espejo ensayando formas de decir, de sonreír, de vislumbrar, de soportar. Levantando las nalgas para mejor ver, mejor andar y mejor provocar. Y su cabeza se llena de preguntas sin respuesta, de preguntas sin pregunta, de conclusiones vagas pero suficientes. A las sensaciones de soledad las mata con música a todo volumen, series de televisión y con ensoñaciones de diálogos en donde ella es la actriz principal (la nueva princesa de los cuentos; la protagonista de cualquier película).




El cuerpo de la niña apresura un rápido desarrollo para merecer a la mente de la mujer. Y con los 11 años encima, el perfil se le vuelve sinuoso: los senos crecen hasta exigir sostén (y presumir el escote), las nalgas se redondean lo suficiente para enmarcar los pantalones y las faldas se hacen cortas para mostrar las bien torneadas piernas. Las miradas y el interés que despierta se convierten en su alimento, en su intención diaria, en su meta máxima.




Mamá, al principio, le soslaya y le alienta sus conductas porque intuye una identificación con ella misma. Su pequeñita se está volviendo una mujer y eso le quita la responsabilidad de ser mamá, una función para la que nunca se sintió preparada. El final de la infancia de su hija le supone una victoria para su deteriorada autoestima. La hija “madurita” ya se puede cuidar sola y la libertad que eso presume es impagable. Toda la culpa y los miedos son escondidos en algún lugar de la memoria. Olvidaría, al paso de unos meses, el motivo de aquella paliza (sólo una de tantas) y practicaría, sin quererlo, el sutil arte de la negación (ah, ese maravilloso mecanismo de defensa) por miedo a ver, por miedo a despertar, por miedo a permitirse un fracaso como madre. Era lo único que como mamá siempre supo hacer bien: dejar pasar.




Y con ello comenzaría el (también) sutil pero incontenible alejamiento entre ellas. Negar las evidencias se convirtió en obligación familiar y nunca más se atreverían –siquiera lo intentarían– abandonar esa tradición.




De Una novela de Pamela. (Fragmento)



Angel de Dios Ríos

Actualizaciones

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