miércoles, 8 de octubre de 2008

No encajo en esta historia


“No encajo en ésta historia...”. V. R.


- Elisa....
- Qué?
- Te tengo que decir algo. No te amo......
Elisa miró de reojo en dónde estaba y confirmó incrédula que estaba con Mauricio, en la sala de su casa. Trató de buscar algo que delatara una broma, una mala broma, digna de un reproche y perdonada con un beso y un abrazo que nunca se acabara. Ninguna señal.
- Osea, te quiero... y mucho. Perdóname, pero te lo tengo que decir..., es que esto ha....”
Elisa sintió una presencia ajena y sobrenatural que le recorría el cuerpo en forma de frío mortal. Un temblor se apoderó de sus manos y su boca. Las ganas de vomitar no faltaron a la crisis nerviosa.
Finalmente, un silencio.
- Tengo que irme,....gracias...
Las lágrimas salieron antes de los ojos de Elisa, que ella de la casa de Mauricio. Subió al auto de manera automatizada, sin razonar nada. Arrancó y avanzó mientras una silueta, tímidamente asomada en la puerta de la casa, se veía en el retrovisor. La lluvia frenaba y corrompía más la ya llorada imagen del entorno. La imagen de esa realidad nueva que era como la sala de espera a la silla eléctrica o a la horca.
Y ahora, qué?.
7 años de planes, aquel mundo del futuro se desvaneció sin más explicación. Los nietos con los ojos del abuelo, los hijos que existían en el sueño y que incluso ya tenían nombre, la casa con las comidas familiares, el viaje de bodas a Turquía, la boda en la hacienda Armendáriz, la parrillada de la semana que entra, la ida en bicicleta del día de mañana, un beso en la boca y un te amo viéndose a los ojos en un rato.
Elisa se dio cuenta que todo seguía ahí. Sus ojos, oídos y otros sentidos le decían que sí, que ahí estaba el mundo. Nada había cambiado, entonces qué pasa?..... Qué idiota, tan sencillo..., se dio cuenta que a todo le faltaba algo, le faltaba Mauricio.
Lloraba tanto que no podía ver nada, era el llanto de una muerte. Inconsolable. Estacionó su carro junto a un parque y lloró hasta que ya no pudo, hasta que su voz se hizo inaudible y las lágrimas de toda una vida, se agotaron, hasta que su corazón amainó su carrera frenética de supervivencia. Y entonces, lloró más.
Pensó en ir a su casa, pero ahí también iba a estar esa presencia que había decidido no estar más con ella. Estaría en preguntas, en comentarios, en objetos.
- No, a casa, no. En Puebla, no.
Pensó rápido, no evaluando.
- Hola, me acaba de cortar
- Y cómo andas?
- Mal, me darías hospedaje?
- Simón, cáele
Mandó un mensaje a su papá y le avisó que iba a México a pasar el fin de semana. ¿Pretexto?, el primo Gerardo la invitó a una de sus tocadas.
- ¿No ibas a ir con Mauricio?
- Llego el lunes, papá.
Apagó su celular, dejó el coche en la casa de la abuela y tomó rumbo a México.
- Pues pásale, estás en tu casa o mejor dicho, pocilga..., eso sí, honrada. Ahí al fondo está el mojarra y su vieja, la Denisse. Sentado en esa cubeta está el huevo y el putito de la playera azul es el Moi, creo que a él lo conociste aquella vez de mi tocada en la uni...
Había dormido todo el camino a México, fue como un apagón inevitable. Inevitable y deseado. Cerrar los ojos y desear que no existiera esa realidad o ese entorno trágico. En ese mundo nuevo sentía menos, podía darse el lujo de pensar que todo había sido un sueño, sin aferrarse a la esperanza de regresar y encontrar todo como estaba, sino tan sólo creer que nunca había pasado, que Mauricio no había sido más que un sueño, una sombra que contempló por 1 segundo que duró 7 años, un compilado de actitudes y acciones que estuvieron en un momento tan efímero, tan efímero que hacía dudar de su existencia.
- Ahí hay sabritones y caguamas. Nosotros vamos a quemar el petardo. ¿Tú gustas?.
- No....
- Te veo medio atarantada. A ver, date vida; chútate una chela. Acá entre nos...
Buscó algo para sentarse, una silla, algo hecho para. Se percató de su mundo el cual estaba tradicionalmente listo y definido, inmaduro para un cambio.
Se sentó en el piso, no sin sentir con inercia convencional que ofendía a su anfitrión por esto último,.
- Hace frio, Eli. ¿No quieres mi toga de la graduación de la prepa?, es calientita
Le dio un trago a su cerveza mientras observaba el intenso carbón del cigarro que pasaba de mano en mano.
- ¿Quieres, mi Eli?
- No, acá los veo
Sus manos recobraban el calor y dejaban de sudar. Los suspiros permanecían. “Esos que se queden”, pensaba.
- ¿Juegas turista?, acá el mojarra nos va a dar música de fondo con la bataca
- La inspiración te llega como las ganas de mear o un pinche estornudo....., ¿o no, mi Jerry?
- A hui hui. Tons, ¿le entras o quieres pensar o algo así?
- No, los veo nada más...
Largos toboganes retorcidos salían de los cigarros, circulaban caóticamente, sin rumbo por el cuarto alumbrado por 1 foco de 80 watts en aquel departamento cerca del metro Taxqueña. En un momento estaban ahí, en otro instante, se habían dispersado como un velo arrugado que pretendía cubrir el rostro de Elisa, sin embargo, permanecía flotante. Elisa se imaginó resbalando en los toboganes que salían del cigarro, la sensación del descenso precipitado se asemejaba a lo que sentía en ese momento dentro de sí. Cerró los ojos dejando llevar su mente por la imaginación que la llevaba a lo imposible.
- ¿Vas a comprar Marruecos o no, pinche indeciso?
Regresó de repente al cuarto de metro taxqueña con el estridente sonido de la batería de doble pedal tocando en dieciseisavos, el cuarto inundado en una neblina, todo visto a traves de unos lentes empañados. Se frotó los ojos y sintió su cara llena de grasa, el olor a monedas en sus manos. Su primo y sus amigos atentos tirados en el piso avanzando una ficha en el tablero. Se desubicó, “¿qué diablos hago aquí?”. Y, ¿Qué hacía ella ahí?, ¿cómo había llegado a ese lugar tan estridente en imagen y sonido?. “Todos cumplen su rol, excepto yo. No encajo en esta historia. En Puebla tampoco, creo que en este momento no encajo en ninguna historia del mundo”.
Dio un trago a su cerveza, mientras observaba un mosco que chocaba contra el vidrio sucio que se antojaba con un paisaje nocturno de tinacos y antenas.

Mujer cósmica

En mi mundo, caminas y yo te sigo, me ves de reojo con una media sonrisa. En tu mundo, me ves avanzar hacia el mar, abriendo los brazos al sol.
En mi mundo, te contemplo en un momento de tus sueños, mientras tomas un café y mandas tu vista más allá de los volcanes. En tu mundo, sigues mi voz que revive a Dafne y Apolo y te estremeces melancólica, al saber que Dafne titubeó ante el la muerte virtual y la vulnerabilidad de Apolo.
En mi mundo, te sueño y me confunde el llevarte tan arraigada hasta mi mundo inconsciente. En tu mundo, despiertas y buscas mi mirada.
En mi mundo, te escribo una nota y al terminar de leerla, cierras los ojos mientras me sientes en el viento que te abraza. En tu mundo, escuchas mi voz en la lluvia y sientes mi boca en la tuya cuando tu ilusión se confunde con la realidad.

En mi mundo, imagino y vivo tu mundo. En tu mundo, imaginas y vives mi mundo.

Qué paradoja!, el conjeturar en la fantasía soñando una aproximación a tu existencia por su lado de colores e imposibles, instantes de significado y eternidad, la eternidad de lo grabado profundamente en la memoria, lo que pretendemos, perdure hasta en otras vidas, en otros tiempos y locuras, para que no me olvides y siempre me tengas en la pasión de tu sentir.

Ahora lo entiendo, tú y yo, siempre estuvimos juntos por que el tiempo nunca pasó. El entorno fue lo que se movió así como nuestra forma al compás del tiempo en sus años, en sus siglos, pero tú y yo seguimos estando juntos en la añoranza y en el divagar de nuestro pensar íntimo. Reconozco tus rasgos en todas las mujeres del mundo, te llevo en las palabras, en estas palabras que me haces trazar con estas manos sumamente cansadas pero renacientes para seguir y agotar tus ojos a lo largo de este camino de palabras que no tiene fin en su sustancia.

Y te reconozco entre la gente y los objetos, pero sobre todo, en este instante de grillos y truenos de mi ahora anacrónico y universal; te siento y te escribo desde el recuerdo ancestral de lo desconocido de las existencias tuya y mía. Y que donde quiera que estés, sé que nunca me podrás olvidar, pero tampoco me podrás recordar, tan sólo podrás contemplarme borroso en sensaciones, mientras yo sigo escribiendo a la luz de tu presencia intangible e inexorable.

Memorias

Me había despertado el ruido del maldito techo de lámina que había en el pasillo. Me levanté al baño y regresé a la cama. Hacía mucho frío y me había acostumbrado al calor de la ardilla. Eso de dormir con alguien era algo bueno. Me gustaba dormir con ella, me gustaba verla dormir y murmurando algo que seguramente serían reclamos mientras yo me vestía para el trabajo. Era bueno eso de recibir un beso en la madrugada, vivir la breve manifestación soñolienta de una intención amorosa en la calma y silencio nocturno, sobre todo en medio de un sueño. Abrí el Bukowsky que leí hace mucho tiempo y nuevamente se veía una solución satisfactoria.

- Préstame tus ojos y tu máquina de escribir, Bukowsky..
El libro ya lo había leído y lo había empezado a leer otra vez, creo que buscando algo que me dijera que no era necesario estresarse, que las metas son un medio, no son un fin aunque creamos lo contrario. Aunque cuando pienso esto, caigo en la cuenta que al final regreso al orígen, al discurso donde el bien y el mal se sientan en las gradas a ver como los individuos se despedazan con discursos y argumentos moldeables según el ingenio y coherencia de los participantes. Por lo tanto, no. No buscaba un discurso, sólo un ejemplo de la actitud y consecuencias.

Fiesta y show

Todo empezó con una llamada de la hija de una amiga de mi mamá, invitándonos a mi hermana y a mí a su cumpleaños.
Según esto, la hoy cumpleañera, quiere conmigo, pero si te he de ser sincero, a los 15 minutos de platicar con ella, mi mente empieza a divagar y me la empiezo a imaginar con bigotes, o genero imágenes en mi mente, como el que llega una langosta gigante y prensa a esta chavilla entre sus pinzas mientras ella sigue platicando. Todo esto mientras yo muevo la cabeza y le dijo uno o dos, "ajá, eso es...."

Llegamos mi hermana y yo a la casa, entro primero yo a la sala y me encuentro con puro chaval de 19 a 21, todos se me quedan viendo. Sonrío al estilo Luis Miguel, "hola, qué hay?". Una que otra sonrisa tímida contestó el saludo.

Me brinco toda la descripción del antes, el mientras tanto, todo eso por que la verdad, me da mucha hueva.
Y por eso, el punto fue cuando de repente llegó un payaso y a todos nos puso sentados alrededor en un patio. Empezó a decir chistes que a mi no me hicieron reír, aunque los demás pensaran que lo hacía. Falso, yo?, ok, por esta vez lo reconozco. Es ese momento en que ríes, cuando por dentro estas tratando de decidir si poner una bomba en la taza de baño o que llegue de invitado Carlos Salinas a la fiesta, sería la manera ideal de darle un buen giro a la reunión.
El oficio del payaso me genera admiración, pero sólo de los que son inteligentes, los que pueden tener el control de toda la audiencia. Si sólo la tienen de unos cuantos, entonces es un fraude.

- A ver, a ver, niños y niñas malas..., ustedes han escuchado del show, "Sólo para mujeres"?
- Sí.....
- Pues ahora contamos con la presencia de 4 caballeros que harán un show exclusivo para la cumpleañera...
Empezó a jalar a varios hombres dándoles sobre nombres como "Riky Martin", "Luis Miguel", etc.

- Y por último..., tenemos al más hombre de todos, a ese mágico ser que hoy nos honra con su presencia. Un aplauso para Juan Gabriel....
El payaso extendió su mano hacia mí.

Chingadamadre....(cabeza inclinada, mano a la frente, serio; cierro los ojos....pienso: "sí...., voy....". Semi sonrío y me levanto).
- Ahora, mi buen, vas a bailar como Juan Gabriel....
Pensé en decirle que tenía fobia a los payasos, que mi religión no me permitía hacer imitaciones, que si en el futuro lo quería contratar para algún evento, prefería ser espectador a participante para un mejor análisis....

Moví las nalgas en una arritmia propia del desinterés, mientras recordaba la terraza de la casa de mi papá.

- Un aplauso, un aplauso!!!!
- Ahora, los cuatro me van a seguir en estos pasos de baile que voy a hacer...
El payaso empezó a bailar al ritmo de una canción de los bacstritbois, y naturalmente, empezamos a bailar.
Yo, con una sonrisa sostenida con palillos, vulnerable a cualquier brisa, imitaba los pasos y me preguntaba, por qué hago esto???, por qué no me siento y ya???. Me fijé en el entorno. Todos estaban riendo y con mirada curiosa, aplaudían mientras todos éramos el centro de atención. Vi a la cumpleañera y a toda la familia....Lo vi como sistema, ellos estaban en un estado, yo no. Si yo rompía la armonía del sistema, no iba a ser justo. No para sus realidades que estaban sincronizadas. Yo no tenía el poder..., yo no puse las reglas. Fiel al concepto del círculo de reciprocidad, con una sonrisa más falsa que una televisión "Sonry" de la falluca, seguí participando del show.

Después de una estructura de porristas que formamos, me fui a sentar para después llevarme el cigarro a la boca cuando el payaso lanzaba sus mejores chistes. Risas que duraban menos de un segundo.

Como fotos polidimensionales, me llegaban tus recuerdos de las fiestas de tus primos donde platicabas y estabas. Sólo estabas. Y por qué estas, Diana??, "porque ellos han hecho también algo por mí...". Círculos de reciprocidad.

El payaso llamó a otros para que representaran una escena de engaño. Un hombre, su amante y su pareja.
El que representaba al amante, conocía a la mayoría de los invitados, empezó a cuestionar y a vacilar al payaso. El payaso tuvo el control.

Las risas siguieron, mientras yo inflaba y desinflaba un globo color rosa frenesí.

El payaso terminó su show y de ahí en adelante se convirtió en un invitado extremadamente serio, ridículamente vestido y bastante apático. Su colaboradora que lo había presentado, cabeceaba de sueño en un rincón.

Platiqué un rato con una mujer que estaba al lado mío. Tenía una cara muy extraña, unos ojos pequeños tipo oriental pero no tan rasgados.
- Y te gusta bailar? – Me preguntó
- Sí, aunque no soy muy bueno. Has de cuenta que tengo este paso de baile que es como universal. Lo utilizo tanto en salsa, cumbia, rock and roll, y a veces en valls de quince años. En sí, me gusta el baile, pero no sé mucho.
Creo que sobrepasé las expectativas de respuesta de esta mujer porque no volvimos a hablar el resto de la noche.

Al cabo de unos minutos:
- Mariana, ya vámonos
- Ya o ahorita
- Ya...., aguanta, mejor primero me echo un tequila

Platiqué con mi hermana del vacío y de Diana.
- Pues no pienses tanto, qué sentido tiene.
Mi hermana es una chica de plástico. Quiere ser modelo. Tiene todo para serlo, pero lo que le sobra es inteligencia. Chance esa es la piedra de tropiezo en su carrera.
Lo rescatable de la noche fue las observaciones del tipo periodístico de la fiesta y la plática con mi hermana.

Acabo de llegar de la fiesta y tuve ganas de platicártelo. Y me doy cuenta que te quedaste conmigo en una imagen...., pero siento un baño de agua fría, de aceite hirviendo cuando me sé divorciado de tí.

Y llega este momento en que me detengo frente a la fría computadora que lo único que lanza, son cantos de placebo (que funcionan como un placebo), y trato de pensar en el por dónde empezar de lo que siento y pienso....

Digo "suficiente", otra parte me dice que siga y me veo tecleando sin cesar y sé que podría continuar hasta el amanecer mientras me salen mensajes de prodigy diciéndome si quiero que se desconecte el internet....

Sin querer acabo de presionar ESC en el teclado..., todo el texto que escribí se esfumó...., mi abdomen se tensó de manera siniestra. Doy gracias a mi trabajo que me enseñó que CTRL-Z vuelve todo a como estaba antes, recuperé el texto después de ese movimiento. En momentos me gustaría regresar a aquella vez contigo, del partido de fútbol donde todo empezó y todo terminó.

Existencialismos

Nola: Prepárate para pagar el precio Chris...., tus acciones fueron torpes, llenas de evidencias...casi alguien suplicando que descubran su crimen...
Chris: Seria apropiado que fuera aprendido y castigado por el crimen que cometí. Al menos habría una pequeña señal de justicia...., un pequeño de signo esperanza para la posibilidad de significado...

Matchpoint, W.A.

Con el permiso de Monsiváis

Aclaración

X empresa que produce autos, cuenta dentro de su área comercial, con el área de post venta, de donde se deriva otra llamada servicio técnico. Dentro de esta existen dos llamadas, una, Literatura, y la otra Edición. En la primera se manejan formatos y graficas electrónicas y mecánicas. En la segunda, Edición, se elaboran programas basados en la información aportada por Literatura. Dadas las necesidades técnicas de estos departamentos, es preciso que los trabajadores sean de profesión; ingeniero.

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En algún lugar de la empresa X, en el área de Edición, retozan 7 intelectuales conversos, secretamente tensos por ser una especie en peligro de extinción. Rodeados de computadoras, equipo electrónico despedazado yace alrededor de ellos. En los escritorios se observan pedazos de aparatos y artefactos acomodados de curiosas maneras; junto a ellos se observa un letrero que cita: “Estas obras son copias de originales que no existen”. Todos ellos silentes, sentados en forma de círculo en el suelo, observan como documentación importante de la empresa se incendia al centro del círculo, mientras uno de ellos ora algo de Nietzsche de “Así hablaba Zaratustra”, en voz alta: “Los sepultureros adquieren enfermedades a fuerza de cavar fosas. Hay que vivir en las montañas” y terminó con: “Sólo donde hay muerte hay resurrecciones”. Todos guardaron silencio por un rato, después, se descalzaron, trajeron agua, encendieron sus cigarros y empezaron a hablar sobre la vida y la muerte, sobre el bien y el mal...

En eso estaban cuando de repente entran a la oficina 10 personas pertenecientes al área de Literatura. Los intelectuales habían olvidado que estaba concertada una junta a esa hora, las 8:00 A.M. El equipo de Literatura se asombró al presenciar el cuadro que sucedía frente a ellos, al darse cuenta los 7 intelectuales de la presencia de sus compañeros, uno de ellos, el más viejo no precisamente en edad, dijo: “Pero miren nada más...!!!, los camaradas de Literatura nos honran con su visita a esta alta hora de la noche de la humanidad!, adelante, están ustedes en su campo de concentración, tomen asiento.....”. Las personas de Literatura, se quedaron absortas, el humo le añadía mareos a sus razonamientos. A pasos forzados, los muchachos de Literatura accedieron, no sin sonreír de repente intimidados, llegando a tal grado su temor, que unos sujetaron de manera sinistra el emblema de la empresa, bordado a la camisa, como si simbólicamente los fuera a proteger.

Una mujer del grupo intelectual, comentó: “No dudamos, estimados camaradas, dentro de ustedes se halle la luz!!!!. Hoy es la navidad del hombre, y la caída de la máquina, sean bienvenidos a la hora de la luz. Es el turno de ustedes...”. A esto, el hombre más viejo comentó exaltado: “Es verdad lo que dice la camarada!!!, y pido al camarada Gabriel, que inicie con este deleite, y nos regocijemos juntos a la liberación del arte!!!!”. El camarada Gabriel, con una sonrisa real, con un sentimiento autentico de hermandad, observó a todos sus compañeros, fumó su cigarro y dijo al hombre más viejo en edad del área de Literatura: “Ilústrenos camarada. Resuma en un aforismo brillante su concepto sobre el pecado”. Todos los intelectuales de edición emocionados, con ojos desorbitados, esperaban la respuesta, creyentes de que dentro de los muchachos de Literatura, viviera esa devoción que daba nombre a su área. El hombre de Literatura ante la pregunta, empezó a ver a todos lados, desesperado, después irritado, los ojos se le pusieron llorosos, miró a sus compañeros, para a continuación ordenarles gritando: “ellos!!!!, ellos son!!!!!!!, la estadística tenía razón!!!!, sólo faltaba ubicarlos!!!!!, son los que conspiran contra la productividad, están en pro de la libertad de expresión!!!!, del proceso de humanización!!!!!!, en sus mentes anidan escorpiones!!!!, asesinadlos sin piedad!!!!!!!”. Repentinamente, el resto de personas de Literatura, sin dudar, obedecieron y de manera agresiva sacaron sus calculadoras, notebooks, handhelds, palms, laptops. Al observar eso, los de edición sacaron sus cámaras fotográficas, sus libros de filosofía, sus diarios, sus bloques de apuntes y demás,. Inmediatamente, los ingenieros de literatura, empezaron con sus aparatos tecnológicos, a crear funciones, dibujar piezas, construyendo una impresionante máquina virtual que destruyera a sus oponentes de edición. Los de edición, por su parte comenzaron a leer y dar vida a terribles e inteligentes personajes, a Mefistófeles, a Hannibal Lecter, Cancerbero, Satanás, del libro de Job, entre otros.

Una patrulla pasaba por ahí, los policías de la seguridad de la empresa oyeron, de repente, estruendos eléctricos, fuertes golpes, y por el otro lado fuertes gritos; entre ellos maldiciones, tentaciones; Mefistófeles gritando: “te ofrezco la juventud eterna”, Lecter diciendo: “El hacer programas, los excita acaso Sres. Ingenieros...????”, Cancerbero atacando con sus múltiples fauces al contrincante, Satanás gritando: “ya veremos hasta donde llega su devoción a la máquina cuando Dios ponga a prueba su fe a al misma!!!”.
Los policías bajaron apresurados de la patrulla, entraron a las oficinas, pero lo único que encontraron fue neuróticos trabajando, gente inconforme mandando faxes, máquinas humanas diseñando circuitos, humanos que en su rostro dibujaban la resistencia a la metamorfosis, personas que en lo más profundo de su mente, cada 10 minutos diseñaban una manera, siempre distinta de destruir a su jefe, otros planeando sabotajes perfectos para desacreditar hasta al más eficiente. Una vez que vieron eso los policías, se miraron entre ellos, dijeron: “Buenas tardes”; saludo, que sólo un murmullo contestó en la oficina. Los policías, relajados; vieron que todo estaba en orden, pusieron nuevamente el seguro al gas lacrimógeno, y salieron mientras el sol, lo único simbólicamente libre era detenido por las persianas de todas las oficinas, de toda la empresa, de toda la ciudad, de todo el mundo, para ser sustituido por la luz de las barras fosforescentes.

El casquete de oro

- Quiubo macuarros!! – exclamó Felipe, mejor conocido como “El barril”, al entrar a la peluquería “El casquete de oro”. Los clientes, menos de la mitad conocidos de Felipe contestaron, uno con un chiflido suave y otros con frases típicas. Don chava, el peluquero, saludó a Felipe para después preguntarle a Julio, mejor conocido como “La bestia”, qué peinado quería para ese día, a lo que Julio contestó que su típico casquete corto con doble panamá con doble salpicadera. La razón del apodo de “La Bestia”, es que la primera vez que Julio fue a la peluquería, estaban Felipe y Don Chava fumando un cigarro en la entrada y vieron a lo lejos a Julio. Debido a su extraña distribución corporal, su peinado de hongo y el extraño andar consecuencia de su obesidad, dijo Felipe a Don Chava: - Ahhh, chingao!!!, qué es eso??, hombre, mujer o bestia???. Felipe tomó asiento en el sillón de peluquero contiguo al cual trabajaba Don Chava y de inmediato se quitó los zapatos con suela recién renovada. César, alias “El mojarra”, llamado así por su inquietante apariencia tan semejante a la de ese pez, atraído no tanto por curiosidad sino por ese extraño olor a grasa con trapo viejo que se había extendido por el local, bajó el periódico que traía como portada el rostro de Cuauhtémoc Blanco con una expresión grotesca y abajo en letras gigantes; “HEROE NACIONAL!!!” y observó a Felipe, sobre todo los zapatos, lo que aplacó sus inquietudes. Su razonamiento fue interrumpido por una observación irrelevante en el principio. Vio los pies de Felipe quien lucía calcetín de media y se sorprendió sin poderlo ocultar al darse cuenta que los pies de Felipe era más grandes que los zapatos que traía.
- Órale, cabrón!!!, no chingues!!!, a poco ese es tu número de zapato, el de a de veras???!!!!! – dijo riendo y con los ojos detenidos milagrosamente por sus cuencas.
- A huevo - exclamó inmutable Felipe sin dejar caer el palillo que paseaba por su boca, con los ojos apenas abiertos demostrando que nada merecía que apartara la atención de su novela “Bianca, novela con corazón”, la cual venía medio húmeda de sudor pues en el microbús había sido traída bajo el sobaco de Felipe.
- Pero no seas cabrón!!!!, cómo te cabe el pinche pie ahí, se te ha de ver un empeine del tamaño de una hojaldra!!!!
Con el mismo estilo y poder, seguro de quien era, Felipe dijo: - Por eso no me gusta venir acá, por que viene puro pinche macuarro –. La voz aguardientosa, el tono cantado, y la expresión corporal hizo que varios rieran en conjunto al presenciar la escena. – Como se ve que no has viajado, tan pendejo!!!!, los zapatos se compran un número más chico, mas sin en cambio en lo personal prefiero número y medio. Esto es para que el pie se vea más chico, por que es de pinches macuarros el tener el pie grande.
La bestia, comenzó a reir, pero no supo si lo que dijo Felipe era en serio o era broma. De inmediato vio sus tenis Nike que anunciaba Michael Jordan, para los cuales ahorro casi un año lo que don Julián le pagaba en la panadería. Consideró el comprarse otros tenis pronto, aunque no fueran tan buenos. Aunque fueran unos que anunciara Hugo Sánchez. Chance lo que dijo Felipe era cierto.
Felipe pasó la mano por la negra cabellera, esponjada, con permanente y rayos o luces, que una prima suya le había hecho, según él, “un día que lo agarraron pedo” (rechazaba el tener las luces o rayos por que según él eso era de maricones), pero eso tenía ya 6 meses y los rayos o luces seguían con la frescura de lo recién hecho. Pestaña enchinada, camisa abierta hasta el tercer botón, portando una cadena de oro al cuello, de la cual pendía un delfín demasiado grande con gemas verdes por ojos. El pantalón de casimir, tenía la marca de que habían bajado el dobladillo años atrás, sus pies rojos e hinchados, supurando por algún lugar un poco de sangre, se movían en forma circular como tratando de desentumirse o de escapar de su desquiciado dueño.
- Ya deja en paz al catedrático!! – dijo Don Chava, con un toque maternal. Tenía 4 hijos, todos casados ya y su mujer era costurera. Contaba con regularidad ese hecho que destacaba en su Curriculum de peluquero: el honor de haberle cortado el bigote a Don Miguel de la Rosa. A lo que siempre, uno de los presentes decía: - Y ese quién es, Don Chava??? -. Don Chava contestaba molesto cual si estuviera rodeado de borrachos necios e ignorantes – Ningún ese!!!. El Señor Licenciado Don Miguel de la Rosa era ni más ni menos que primo segundo del cuñado del Alcalde de nuestra ciudad por ahí de 1963!!!! -, decía esto en voz alta, extasiado y con las manos en alto; en una un peine y en otra unas tijeras. No pocas veces varios clientes que iban por primera vez al “Casquete de oro” y presenciaban ésta escena, salían corriendo olvidando desde sus sombreros hasta a sus propios hijos.
- Qué pasó, señor catedrático???, qué dice la universidad??? – decía muy serio pero irónico, Don Chava.
Felipe, El barril, se había ganado el oficio de maestro debido a que su temprano amor a la música le llevó a entrar en rondallas escolares, después entrar al trío del bachiller, mismo que había dejado inconcluso y ahora él era, en sus palabras: “un digno docente de las melodías de hoy y siempre” dado que el tiempo le dio la experiencia y el toque particular en los boleros y guapangos tocados a guitarra. En sí, El Barril no estaba en la nómina de la universidad dando clases de guitarra y ni siquiera tenía matricula de estudiante. Iba a la universidad, sí. Daba clases, sí. Pero era un extraño sujeto que entraba a la universidad y las clases las daba en los patios centrales buscando a jóvenes quienes lo habían contactado para clases de guitarra. Algunas veces era en los patios universitarios, a veces en un parque o en una casa. Una vez, El mojarra, lo vio cantando en un camión a lo que ante la evidencia testimonial de El mojarra, El Barril lo único que se le ocurrió decir fue: - lo que pasa es que esto de ser artista de la música trae muchas consecuencias cual nunca fueron y jamás serán dentro de tu mundano ser, Mojarra. Tuve una súbita iluminación artística y sentí la necesidad de cantar en el camión -, a lo que el Mojarra contestó: - Vooooy!!!, y porqué pediste billetes al final???, hasta dijiste que tenías hijos que alimentar..... -, a lo que el Barril, Felipe, contestó inquieto pero dando muestra de improvisación humorística: - Pues qué no ves cómo te tengo de cachetón, pinche malagradecido???, neel, no, lo que pasa es que iba con un compañero catedrático ese día y como perdieron los pumas, hicimos una apuesta y pues ya ves....., uno sabe perder, porque yo soy un hombre, no como ustedes pinche bola de macuarros.....-
Alcohólico, El Barril, tenía poca constancia con sus alumnos por llegar no pocas veces a las clases con aliento a Don Pedro, lo cual justificaba con que él era un fiel seguidor de la medicina homeópata y estaba obedeciendo al pie de la letra, las ordenes médicas designadas por su médico de cabecera quien le había diagnositcado una enfermedad muy rara llamada "tromposis barbárica". Enfermedad que sólo les da a gente de origen europeo, comentaba. Ségún él incluso iba a visitar al supuesto médico cada 2 semanas al Distrito Federal. Naturalmente, nadie le creía. Pero siempre había quien quería aprender a tocar guitarra y nunca le faltaba alumno.
- Nada, acá nomás...- contestó automáticamente Felipe, y en ese momento, colocó su novela entre las piernas y alzando la cadera metió la mano hinchada con uñas largas y sucias en la bolsa delantera derecha de su pantalón. Cual parto, entre pujidos y “chingadas madres”, sacó de la bolsa una torta de jamón que compró en el mercado Hidalgo. Se dispuso a comerla para lo cual, con las manos del microbús y de rascarse los pies después de haberse quitado los zapatos, se dio el lujo de quitarle las rajas a la torta. – Es que tengo gastritis –, dijo.
Una vez que acabó la torta y en la peluquería se empezaran a escuchar ruidos estomacales de hambre de todos los testigos de la desaparición de la torta de jamón en las fauces de Felipe, acompañado de la acústica generada por los tijerazos de Don Chava y “La romántica” en el radio, tomó un pedazo de periódico con el cual se limpio las manos y sin darle vuelta para buscar una parte no embadurnada, se limpió la cara, tallones ásperos del periódico con el rostro de Felipe se hicieron audibles en el local.
Un estruendo y la explosión hizo que los razonamientos se desarrollaran a altísima velocidad, todo se volvió cámara lenta, el cuerpo no era lo suficientemente rápido. Pero cómo era posible, cómo iba a ser posible????...., eso no pasa en la vida diaria. Las tijeras de Don Chava llevaban un trayecto de 10 cm. de su mano con dirección al suelo cuando olió sus bigotes chamuscados. El barril pudo sentir cómo se incendiaba en su boca el trozo de periódico que había doblado meticulosamente para sacarse los restos de alimento de la boca. El mojarra no tuvo la velocidad que normalmente tiene para reaccionar a los golpes como cuando juega en la liga interobrera de fútbol. Únicamente sintió el empujón y al querer voltear, se vio por los aires impulsado por un gran trozo de muro de la peluquería. Instantáneamente, la adrenalina que le hubiera servido para los golpes, le hubiera gustado para correr, pero no era lo suficientemente rápido. El factor sorpresa hizo nido en ellos y no iban a tener chance de obtener experiencia de eso. El aroma que percibió La Bestia antes que una estufa le cayera encima y que en décimas de segundo identificó, fue la de pólvora de cuetes.

Hambrientos de identidad

Yorch!, ven, ya me trajeron mi carro!, exclamó mi jefe sacándome de concentración. Me levanté de mi lugar y caminé hacia el estacionamiento de autos de prueba de mi departamento. Atentamente, mi jefe no me esperó, caminaba lo suficientemente rápido para permanecer en la categoría de “caminar”. Un poco más y hubiera corrido, algo que hubiera llamado la atención y que, en los que lo hubieran visto y concluido la razón de su corretiza, hubiera causado risa y burla. Salgo al estacionamiento y ahí estaba, sinceramente creí que era un ferrari, pero no, (aunque si entramos en discusiones de forma y sustancia, modo y esencia, en esencia y sustancia era lo mismo, mas no en forma y modo. Bueno, ya le paro, pues), resultó ser un Porsche Carrera GT. Habían ya como cuatro merodeándolo, y no dejaba de llegar gente, incluyéndonos. Lo rodeamos, y en eso, el conductor, un compañero mío, aceleró el motor que tengo que reconocer, si me impactó, era varias veces la intensidad de una moto deportiva, pero estilizado. La reacción de los colegas para no variar, me llamó la atención y eso es lo que hoy, te vengo a narrar, lector.
Richard Negrete (el nombre en inglés, un exceso de un compañero mío, el de la coleta y yo para satirizar a los cuates haciendolos pasar por chicanos), había quedado suspendido en el tiempo, contemplando el auto, dejando consumir su cigarro. Permaneció en ese estado de conservación física hasta que en algún momento se rasco la oreja y para después acariciarse la patilla ausente y palpar la suavidad de su piel (la cual tenía en ese lugar un tono más claro) y reconocer la efectividad de sus rastrillos. Otro, Charly Rodríguez, hablaba sólo como si todos lo escucharan a volumen de voz casi audible: “Carrera GT..., 600 caballos de fuerza, no chingues...., está precioso...., y el precio..., 500,000 dólares..., nada más...., no chingues....”. Brian Zamudio, se llevó la mano a la cabeza y permaneció en ese estado hablando en voz baja. En este breve lapso de tiempo había llegado más gente y todos, como unos intelectuales, como unos estudiosos de arte, permanecían en frente del auto analizando, observando, cada quien haciendo comentarios que los otros no escuchaban. Era esa clásica dinámica en que todos están haciendo sus observaciones y alguien dice algo y es de inmediato secundado por otro y otro sigue con su comentario personal, “checa los discos”, “no manches, el spoiler...”, “el motor está impresionante....”, pero que al final no hay una escucha efectiva entre todos. El conductor volvió a sonar el motor del carro. El resultado fue emocionante. Los comentarios sonaron al mismo tiempo, en las caras de todos se veía una risa nerviosa de excitación. Alguien junto a mí dijo algo que a mí no se me hizo una broma ingeniosa y que no me hizo reir. Dijo dirigiéndose al conductor: “Vaya, hasta que me trajiste mi carro!”, (en ese momento me acordé de mi jefe), sólo como dos se rieron, lo dijo en un tono en el cual no muchos escucharon. Uno de los que escuchó, dijo en voz alta y haciendo un ademán bajando la mano como si le hablara a un niño que no oye bien: “Vaya, hasta que me trajiste mi carro!”, todos empezaron a reir (el observador, yo, declaro haber detectado risas nerviosas). Empecé a reir cuando ví que el autor original (que per sé, no es tan “broma original”, pero bueno, eso lo atacaré en un texto que pronto elaboraré, y espero leas, lector, llamado “Teoría de unicidad”), retomo, cuando ví que el autor original de la broma reía como si nunca hubiera escuchado una broma, misma que el había dicho anteriormente. Brian Zamudio seguía acariciándose la cabeza, pero esta vez, silbaba una melodía. Llegó Andrea, una compañera y se paró junto a mí, vio a Don Porsche Carrera GT y con indiferencia total, mostrando total falta de respeto para los presentes, dijo: “qué?!, qué tiene ese carro?!, por qué tanto escándalo, es un carro y ya?!, además está tan chaparro que no pasará los topes de Atlixco...”. Nadie volteó a ver de donde provenía tan desconsiderado pero perturbador (por real) comentario. Aunque Don Porsche no era suyo y posiblemente mañana se iría, querían seguir admirando, construyendo sueños fugaces. Como era nuestra área y nuestro colega lo manejaba, apañamos sin dudar los dos asientos en cuanto el se bajó para hablar con los mecánicos ante las miradas de envidia infantil. Un día antes, había ido con el ortopedista quien me dio una cátedra de posiciones sanas (...), y evitar el dolor lumbar. Me hizo actuar el cómo me subía a mi carro para corregirme. No es tan difícil de imaginar, lector, tan sólo imagina a tu servilleta fingiendo subir a un caballo, (pero esto después de jugarle una broma a la lógica y creer que para entrar a un carro por el lado conductor, se sube primero la pierna izquierda. El doctor tosió al ver este detalle). El punto es que el doctor me dijo: “No, Jorge, eso es incorrecto...(hablándome como si yo fuera un anciano necio o un adolescente que vive en la inconciencia), mira, primero, sientas las nalgas, luego metes las piernas.... Después me hizo actuarlo y decidí seguir su procedimiento para entrar en Don Porsche. Fue algo embarazoso por que el carro es extremadamente bajo, y el cuadro que desarrollé era extrañamente erótico-cómico. Abrí la puerta y mis nalgas eran detenidas por el marco del techo del carro, rápidamente, bajé el cuerpo y traté de entrar en reversa (aventándome de nachas), pero me dí cuenta que me iba a dar un buen golpe e iba a dar un espectáculo único. Mi espalda, mientras yo me decidía, empezó a doler. Me levanté ante la mirada extrañada de algunos, y con una sonrisa estúpida dedicada a mi doctor donde quiera que esté, entré al Don Porsche imitando la técnica de la montada de caballo. Una vez adentro, mi compañero, el de la coleta empezó a acelerar el carro el cual se torcía como si estuviera poseído. No lo puedo negar, un carro muy bonito aunque muy al ras del suelo y limitado de espacio, pero al fin carro de pistas. Asientos ergonómicos pero muy justos. Como si me leyera la mente, mi compañero, el de la coleta (hombre de mi estatura pero que le pega a los 90kgs), dice: “oye, ingeniero....(empieza a reirse pero tapándose la sonrisa con la mano como tratando de hacerla discreta), no chingues!, los asientos están bien chiquitos, no me caben las nalgas, estoy todo torsido y se me está encajando un cachete del asiento (nombre vulgar de la parte de los asientos que abraza la zona lumbo-dorsal. No olvidar, estoy fresco de la cita con el ortopedista). Imagínate, ingeniero, si me compro un carro como estos, voy a tener que poner el asiento en la sala y meterle una silla de memelera al carro para que soporte la geometría de mis propiedades innatas...., o meterle un cojín al menos”. Ví a Brian Zamudio por el retrovisor, quien seguía acariciándose la cabeza observando a Don Porsche.
Me bajé y de inmediato entraron al auto otros compañeros de mi área, y así siguió esa analogía de los niños que quieren subir a la llama o el elefante o la jirafa.
Al final del día, el de la coleta, comenzó: “a ver, Jimy, qué hizo que tu día valiera la pena”, “Tú lo sabes, tú lo sabes!!!!...pero no entiendo por que trajeron mi carro hasta mi trabajo” (recordé a mi jefe), pocos variaron de esa respuesta que hacía alusión a Don Porsche.

Hoy en la mañana fui a recoger un disco junto a una máquina de prueba y ahí estaba Don Porsche, asistido por sus admiradores. Uno que conozco, me dijo: “ya me subí.., está bien chingón!!”. Un amigo suyo, dijo: “ya deja de chulear mi carro” (me acordé de mi jefe) y varios rieron, en ese momento, empecé a reir con ellos. Reimos, como unos niños.


Don Porsche, un objeto que se volvió en un símbolo de trascendencia, en una excepción de lo predecible, en lo nuevo en la historia de la vida del individuo, en una situación de estatus, el simple hecho de subirse, y mucho mejor si lo aceleraste. Un poco de poder, insisto, un poco de trascendencia. “Ya me aventé del bungee...., ya me subí a un Carrera GT....”. Un poco de existir para los demás, pero sobre todo un poco de existir para uno mismo. Y todo a partir de un objeto.

Actualizaciones

Me he seguido observando, aplicando los ejercicios del cuarto camino. Dentro de mis observaciones, he encontrado patrones de comportamiento:...