miércoles, 8 de octubre de 2008

No encajo en esta historia


“No encajo en ésta historia...”. V. R.


- Elisa....
- Qué?
- Te tengo que decir algo. No te amo......
Elisa miró de reojo en dónde estaba y confirmó incrédula que estaba con Mauricio, en la sala de su casa. Trató de buscar algo que delatara una broma, una mala broma, digna de un reproche y perdonada con un beso y un abrazo que nunca se acabara. Ninguna señal.
- Osea, te quiero... y mucho. Perdóname, pero te lo tengo que decir..., es que esto ha....”
Elisa sintió una presencia ajena y sobrenatural que le recorría el cuerpo en forma de frío mortal. Un temblor se apoderó de sus manos y su boca. Las ganas de vomitar no faltaron a la crisis nerviosa.
Finalmente, un silencio.
- Tengo que irme,....gracias...
Las lágrimas salieron antes de los ojos de Elisa, que ella de la casa de Mauricio. Subió al auto de manera automatizada, sin razonar nada. Arrancó y avanzó mientras una silueta, tímidamente asomada en la puerta de la casa, se veía en el retrovisor. La lluvia frenaba y corrompía más la ya llorada imagen del entorno. La imagen de esa realidad nueva que era como la sala de espera a la silla eléctrica o a la horca.
Y ahora, qué?.
7 años de planes, aquel mundo del futuro se desvaneció sin más explicación. Los nietos con los ojos del abuelo, los hijos que existían en el sueño y que incluso ya tenían nombre, la casa con las comidas familiares, el viaje de bodas a Turquía, la boda en la hacienda Armendáriz, la parrillada de la semana que entra, la ida en bicicleta del día de mañana, un beso en la boca y un te amo viéndose a los ojos en un rato.
Elisa se dio cuenta que todo seguía ahí. Sus ojos, oídos y otros sentidos le decían que sí, que ahí estaba el mundo. Nada había cambiado, entonces qué pasa?..... Qué idiota, tan sencillo..., se dio cuenta que a todo le faltaba algo, le faltaba Mauricio.
Lloraba tanto que no podía ver nada, era el llanto de una muerte. Inconsolable. Estacionó su carro junto a un parque y lloró hasta que ya no pudo, hasta que su voz se hizo inaudible y las lágrimas de toda una vida, se agotaron, hasta que su corazón amainó su carrera frenética de supervivencia. Y entonces, lloró más.
Pensó en ir a su casa, pero ahí también iba a estar esa presencia que había decidido no estar más con ella. Estaría en preguntas, en comentarios, en objetos.
- No, a casa, no. En Puebla, no.
Pensó rápido, no evaluando.
- Hola, me acaba de cortar
- Y cómo andas?
- Mal, me darías hospedaje?
- Simón, cáele
Mandó un mensaje a su papá y le avisó que iba a México a pasar el fin de semana. ¿Pretexto?, el primo Gerardo la invitó a una de sus tocadas.
- ¿No ibas a ir con Mauricio?
- Llego el lunes, papá.
Apagó su celular, dejó el coche en la casa de la abuela y tomó rumbo a México.
- Pues pásale, estás en tu casa o mejor dicho, pocilga..., eso sí, honrada. Ahí al fondo está el mojarra y su vieja, la Denisse. Sentado en esa cubeta está el huevo y el putito de la playera azul es el Moi, creo que a él lo conociste aquella vez de mi tocada en la uni...
Había dormido todo el camino a México, fue como un apagón inevitable. Inevitable y deseado. Cerrar los ojos y desear que no existiera esa realidad o ese entorno trágico. En ese mundo nuevo sentía menos, podía darse el lujo de pensar que todo había sido un sueño, sin aferrarse a la esperanza de regresar y encontrar todo como estaba, sino tan sólo creer que nunca había pasado, que Mauricio no había sido más que un sueño, una sombra que contempló por 1 segundo que duró 7 años, un compilado de actitudes y acciones que estuvieron en un momento tan efímero, tan efímero que hacía dudar de su existencia.
- Ahí hay sabritones y caguamas. Nosotros vamos a quemar el petardo. ¿Tú gustas?.
- No....
- Te veo medio atarantada. A ver, date vida; chútate una chela. Acá entre nos...
Buscó algo para sentarse, una silla, algo hecho para. Se percató de su mundo el cual estaba tradicionalmente listo y definido, inmaduro para un cambio.
Se sentó en el piso, no sin sentir con inercia convencional que ofendía a su anfitrión por esto último,.
- Hace frio, Eli. ¿No quieres mi toga de la graduación de la prepa?, es calientita
Le dio un trago a su cerveza mientras observaba el intenso carbón del cigarro que pasaba de mano en mano.
- ¿Quieres, mi Eli?
- No, acá los veo
Sus manos recobraban el calor y dejaban de sudar. Los suspiros permanecían. “Esos que se queden”, pensaba.
- ¿Juegas turista?, acá el mojarra nos va a dar música de fondo con la bataca
- La inspiración te llega como las ganas de mear o un pinche estornudo....., ¿o no, mi Jerry?
- A hui hui. Tons, ¿le entras o quieres pensar o algo así?
- No, los veo nada más...
Largos toboganes retorcidos salían de los cigarros, circulaban caóticamente, sin rumbo por el cuarto alumbrado por 1 foco de 80 watts en aquel departamento cerca del metro Taxqueña. En un momento estaban ahí, en otro instante, se habían dispersado como un velo arrugado que pretendía cubrir el rostro de Elisa, sin embargo, permanecía flotante. Elisa se imaginó resbalando en los toboganes que salían del cigarro, la sensación del descenso precipitado se asemejaba a lo que sentía en ese momento dentro de sí. Cerró los ojos dejando llevar su mente por la imaginación que la llevaba a lo imposible.
- ¿Vas a comprar Marruecos o no, pinche indeciso?
Regresó de repente al cuarto de metro taxqueña con el estridente sonido de la batería de doble pedal tocando en dieciseisavos, el cuarto inundado en una neblina, todo visto a traves de unos lentes empañados. Se frotó los ojos y sintió su cara llena de grasa, el olor a monedas en sus manos. Su primo y sus amigos atentos tirados en el piso avanzando una ficha en el tablero. Se desubicó, “¿qué diablos hago aquí?”. Y, ¿Qué hacía ella ahí?, ¿cómo había llegado a ese lugar tan estridente en imagen y sonido?. “Todos cumplen su rol, excepto yo. No encajo en esta historia. En Puebla tampoco, creo que en este momento no encajo en ninguna historia del mundo”.
Dio un trago a su cerveza, mientras observaba un mosco que chocaba contra el vidrio sucio que se antojaba con un paisaje nocturno de tinacos y antenas.

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Prioridades

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