jueves, 4 de junio de 2020

Crónica de un instante

Salió del departamento bastante fastidiado de la rutina tanto familiar como laboral. Muchas preguntas con respuestas  que llevaban a más preguntas, volviéndose un razonamiento laberíntico. Un movimiento perpetuo de la mente que el era capaz de observar pero no de soltar. 

Su perro negro tomó ventaja y en el descanso de la escalera se detuvo a esperar a su dueño. Su mirada era interesante tirando a lo gracioso. Una forma de mirar imposible de describir pero que transmitía un entusiasmo desesperado y paciente por salir a caminar al área verde del conjunto de departamentos. 

- El momento del día más chingón de un perro es cuando sale a correr, cuando se siente libre, aunque no lo sea, que pueda salir de su prisión y mejor aún si puede correr libremente y mejor todavía si puede jugar con otros perros - Palabras de Vic, un amigo que llevaba años de tener perros y criarlos. Se mofaba de que jamás había reprendido a sus perros en su vida. 
 - Tan sólo les trueno la boca - , con eso basta para que dejen de hacer lo que estaban haciendo y salgan corriendo chinga..., pero haz lo que te digo amigo, saca a caminar a tu perrito, es el mejor regalo que le puedes dar y no te cuesta. 

Me quedé pensando en lo fácil y sencillo que es complacer a un perro, sólo con salir a caminar, tiene la dosis diaria de felicidad que hace mantenerlo sano y feliz. No necesita ir a un lugar caro, con un atuendo particular que lo haga sentir pertenecido, con un grupo exclusivo de perros, en un vehículo propio de su amo y que éste vehículo sea hecho en europa. Tan sólo con poder convivir, ellos son capaces de tener el mejor rato de su vida sin necesidad de tener o de ser de una forma particular.

Caminé y lo dejé suelto. Vi como se alejaba y se acercaba a desconocido a los que les movía la cola mientras bajaba las orejas. Los extraños sonreían y le acariciaban la cabeza. 

Caminé contemplando los árboles, grandes y frondosos. Ahí se encontraba la jacaranda que había sembrado hace 3 años. con casi 3 metros de altura y un tronco moderado, se mecía al ritmo del viento, un viento suave y cálido que me acariciaba la cara. 
Nunca he sido religioso pero en un afán de creer que ésta vida tiene sentido, atribuyo la autoría de las imágenes y las sensaciones a la presencia de Dios, y cuando tomo consciencia de "La Presencia", de ese Algo que es más viejo y sabio que yo y que todos nosotros, me da por platicar con él o ella. 

No espero respuestas, sólo alguien que escuche y sé que La Presencia lo puede hacer muy bien.

Mientras tengo este soliloquio donde abro mi corazón ante mí mismo y confieso mi desasosiego sobre el gran desorden de sensaciones y pensamientos de mi mundo interior; tengo una revelación y observo el cielo. Repentinamente se acaban las palabras y respiro para exhalar lentamente el veneno de ésta mente que busca causas y consecuencias hasta la eternidad.  

Todo éste oasis por un momento. Aunque sea por un instante, un instante infinito. 

Después, sin darme cuenta, cae mi mente seducida nuevamente por la pasión de elaboar pensamientos, mismos que le da la arrogancia de un falso conocimiento que viene del análisis de las causas y de suponer el futuro cuando realmente vive en la incertidumbre total.

 

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