miércoles, 21 de julio de 2010

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El castigo tiene como objetivo apaciguar o domar los impulsos del individuo; sin embargo, el hecho de reprimir los instintos no significa que estos vayan a dejar de reclamar sus exigencias. Sólo que de esta manera resulta difícil darles satisfacción, y entonces se produce un proceso inevitable y decadente de “interiorización del hombre”: todos los instintos que no tienen desahogo, que se sienten cohibidos por una fuerza (proveniente de la cultura represora), son regresados al interior del individuo. Como consecuencia de esto, el mundo interno se va desarrollando y amplificando, a expensas de una expansión del hombre hacia el exterior. “El rencor, la crueldad, la necesidad de persecución: todo esto se dirige contra el poseedor de tales instintos; éste es el origen de la mala conciencia”.

El concepto de mala conciencia se refiere, entonces, al resultado de la interiorización de la agresividad: se crea en la mente una propensión al autorreproche, la autocensura y el sentimiento de culpa.

La mala conciencia es para Nietzsche una enfermedad, una voluntad de torturarse a sí mismo, autoflagelarse. “El hombre inventó la mala conciencia para hacerse daño, desde que la vía natural de este deseo de hacer el mal le fue coartada”. Con la mala conciencia se introdujo la dolencia más grande: el sufrimiento del hombre por sí mismo, resultado de una declaración de guerra contra los viejos instintos en los que hasta ese momento reposaban su placer y su fuerza. Los instintos se redujeron a pensar, a razonar, a calcular: en resumen, se redujeron a la “conciencia”, el órgano “más expuesto a equivocarse” (38). El instinto responde a la Naturaleza, por ello es lo más sabio que habita en nosotros; en cambio, la conciencia es tan sólo un invento humano con fines útiles para la sociedad (una sociedad agresiva contra el individuo, que niega su satisfacción y libertad).

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Prioridades

1. Mi paz interior 2. Desarrollar mi misión, creatividad y desarrollo, mi filosofía personal, mi espiritualidad 3. Estar y vivir mi familia ...