jueves, 11 de abril de 2024

Reconociéndome en las cenizas

 He hecho un trabajo terapéutico de verdad muy intenso. 

Mi vida se ha volcado en una incertidumbre debido a que perdí mi trabajo. Lo buscaba, no soportaba estar ahí, sin embargo, no lo viví como lo esperaba, me dio una ansiedad horrible.

Esta ansiedad, va y viene y no solo es con el tema de no tener trabajo, es con el tema de estar ansioso de algo, preocupado a futuro, el agua, cambio climático, qué va a ser de mi hermana, de mi mamá, sus dolores y sus ansiedades también. Dentro de esto, mi hijo, me preocupa si lo estoy educando bien. Entro en dinámicas despiadadas de culpa, desesperanza y congelamiento. 

En todo esto, me he dado cuenta que en las mañanas es cuando mi ansiedad es más intensa, durante la tarde y noche, me puedo llegar a relajar. En terapia con Pedro, me he dado cuenta que detrás de la ansiedad, se encuentra un miedo muy fuerte, una indigencia, una vulnerabilidad. Me siento como un niño abandonado, desesperado, expuesto a la muerte, mía en el mejor caso pero en el peor es a la muerte o sufrimiento de un ser querido. El sentirme responsable del sufrimiento o muerte de un ser querido, condiciona totalmente mis acciones a evitar esto. 

Cargo mucha energía, el cansancio me ha devastado, mi mente y emociones me han consumido. No queda nada de mí a medio día, al final del día. No tengo energías, el pensamiento compulsivo y las emociones de ansiedad me han drenado. 

Pero no me doy por vencido, sigo buscando, buscando una respuesta, entender y vivir. Hay una versión de mí fatalista, cansada que me dice que ya deje de luchar, ya ha sido mucho tiempo, muy desgastante, mucha culpa, mucha ansiedad, mucha catástrofe a futuro, mucho daño alrededor por mis fantasmas. Cuando escucho a esta voz, pienso en poner fin a esto. Pero pienso que no tengo derecho de dar un sufrimiento tan horrible a mi familia. No quiero ahondar en esto porque es algo que me hace mucho daño pensar. 

Lo que me quiero enfocar, es en ver qué hay en esta desesperanza. Siento que la raíz de todo esto radica en mi miedo, esa energía desesperante que se anida en mi pecho y sube hasta mi garganta. Me lleva a una sensación de o miedo o tristeza. No sé si es miedo de sentir ésta tristeza, como un dolor atravesado que no quiero tocar, pero lo siento en el pecho. Pero sí puedo reconocer una tristeza, un dolor, una pena que vengo cargando desde hace mucho tiempo. Un dolor que no puedo dejar de sentir, y lo he adormecido ya durante mucho tiempo y de muchas maneras, con alcohol, con sexo, drogas, con sueño incluso. Ese dolor no reconocido me baja mi energía porque tengo que subsistir de alguna manera y las maneras de subsistir me han consumido (ansiedad, preocupación, tristeza), todo me lo trago. Lo aniquilo con trabajo, con los medios que mencioné anteriormente. Es por eso que en momentos siento que ya no puedo.

Sin embargo, y con todo el dolor y el miedo, no me queda otra que asomarme al abismo, reconocerme. Y no sé qué hacer mas que reconocer. Reconocer el dolor y la tristeza tan grandes, no es miedo, es horror. No es tristeza, es muerte. 

No aspiro en la vida a tener o a cosas materiales, solo aspiro a poder ver esto que me mata lentamente y si me mata en un instante por mirarle  los ojos, pues qué mejor manera de morir, que en un encuentro con uno mismo. 

Necesito desglosar un poco más esto que siento. No sé a qué se refiere, pero es una tristeza que sabe a desesperación, a prisa, a estrés en momentos. Me sabe a cansancio. 

Creo que mi misión, más que resolver temas externos, es ver este tema interno. Mi corazón, ese dolor. Desde hace tiempo despierto cansado, con tristeza, con ganas de vomitar. Totalmente desenergizado. 

No tengo ganas de socializar, siento todo tan retórico, tan narrativa, además que al poco tiempo me siento agobiado y cansado de sostener procesos. Totalmente debilitado. 

Por ahora, algo que estoy haciendo es darme unos descansos durante el día. De otra forma, sale el yo fatalista y me destruye, permito que me destruya. Acabo muy triste y decepcionado, envuelto en juicios, tratando de sostener interacciones mientras por dentro estoy deshecho.

Pedro, mi terapeuta me dijo, te has muerto en la raya?, ya diste todo de ti en ésta búsqueda?, creo que no. Aún esquivo el dolor, entro en quejas, etc. Hay un dolor muy fuerte ahí metido, me da los buenos días diariamente y sostenerlo me drena la energía del día a día. Vivo el resto del día, por milagro. 

Vivo el resto del día de manera automática. Pero insisto, qué es ésta sensación?, éste dolor?, este sentirme niño que me van a aniquilar, siento que me va a erradicar ésta sensación.








No hay comentarios:

Publicar un comentario

Homenaje a la vida

02.05.2020 Ha nacido mi primer y no sé si único hijo. A mis cuarenta y un años de edad, me parece oportuno. Mi pareja de veintitres 1...