domingo, 12 de julio de 2020

Secreto de familia

Cuando pienso sobre este texto, mi primera intención es hacer una reflexión positiva y motivadora.
No veo cómo lo voy a lograr.
Sólo voy a proceder a narrar los hechos como fueron, a partir de una combinación de testimonios de mi madre y de mi tío (hermano de mi madre), narración que yo describo previamente filtrados los hechos, por mi corazón ya que al final su historia es mi historia. 
Raúl, se sirvió y le sirvió a su sobrino un trago. Habían pasado ya un par de horas de plática, risas y anécdotas, ya se había ido el resto de la familia a dormir y se encontraban solos en el valle de la media noche. Jorge admiraba mucho a su tío ya que siempre había sido como un padre para él: lo había apoyado en momentos difíciles durante su adolescencia y siempre le había contestado todas sus dudas, aunque los últimos años su tío Raúl, se había entregado más a la bebida y se tornaba evasivo a los momentos a solas donde siempre salían pláticas que implicaban el abrir el corazón. 
- Tío, platícame qué pasó con mi tío Jaime. 
Jorge desde muy pequeño fue muy sensible y percibía los estados de ánimo de la gente, sobre todo de su familia. Con el paso del tiempo se dio cuenta que en la familia había secretos que no le querían revelar. El tío Jaime y la tía que ahora ni siquiera recuerdo su nombre, eran personajes censurados en la familia, habían fallecido antes del nacimiento de Jorge en distintas épocas. Nadie hablaba de ellos y el preguntar sobre ellos era razón para tener una respuesta seca y con un tono de molestia que indicaba que no se continuara con el tema por parte de los mayores. Irma era el nombre de la otra tía. 
Inconsistencia de datos y versiones sobre su muerte, respuestas cortantes y la censura a hablar de ellos, se había vuelto un tema recurrente en la curiosidad y mente inquieta de ese niño que era Jorge. Con el paso del tiempo, la censura se volvió olvido, en ningún recuerdo familiar, en ninguna referencia de la infancia de los grandes aparecían la tía Irma ni el tío Jaime. El tema era reservado para un círculo exclusivo de la familia. ¿por qué?, ¿qué escondían? 
- Tu tío Jaime llegó muy agitado a la casa, era un poco más tarde de la hora su salida del Banco de Oriente, donde trabajaba. Se le veía muy exaltado, ansioso, fuera de sí; tus abuelitos lo vieron pasar y subir las escaleras sin saludar. Tu tío Javier y tu tío Manfredo estaban abajo y también lo vieron pasar. Como hermanos mayores, se preocuparon al verlo de esa forma. De inmediato ya estaba bajando las escaleras, había ido por algo a las recámaras. Tus tíos le cortaron el paso mientras tus abuelos observaban de cerca y le preguntaban que qué le pasaba. 
- Déjenme pasar
- Tranquilo Jaime, ¿qué te pasa?, ¿a dónde vas?
- Quítate o no respondo
- Jaime dejó ver la pistola de tu abuelo en el interior de su abrigo. Tus tíos le dejaron pasar, pero recuerdo que tu tío Javier me dijo que traía los ojos inyectados de sangre, seguramente también lágrimas y que lo dejó pasar por que realmente le dio miedo. Algo extraño, ya que tu tío Jaime era muy noble, muy tranquilo, aunque sensible y por eso tus tíos lo molestaban mucho. Se mi hizo raro que tu tío Jaime nunca se fuera a los golpes contra tus tíos, era el más morenito de todos nosotros, así como tú y eso les daba mucho para molestarlo.
Tu tío salió de la casa caminando calle abajo. Sólo se oyó el tiro. 
Yo estaba con el Gato en unos columpios a la vuelta de la casa. De repente llegaron unos niños y me dijeron:
- Raúl, tu hermano se mató, se dio un tiro
Fui a ver y ahí estaba tirado. 
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- Diez años antes, exactamente el mismo día de la muerte de tu tío Jaime. Tu tía Irma se quedó sola en la casa, coincidió que todos salieron. Tu tía había ido a México a estar unos días con la tía Elodia, hermana de tu abuelita que la quería como a una hija. Ella le había regalado cosméticos a tu tía y como ella estaba chica, tenía unos 17 años; le gustaban mucho esas cosas como muchachita que era en ese entonces. En esos tiempos, tu abuelito tomaba mucho. Eran tiempos muy difíciles, a mí me tocaron tiempo después que nací. Tu abuelo tomaba casi diario y llegaba haciendo sus desmadres. Eran 6 hijos que sostener, eso que todavía no nacía yo ni tu tía Miriam. A veces llegaba sólo con un puñado de monedas el día de paga, se iba a la cantina y se gastaba todo invitando tragos a los borrachos de la cantina o llegaba en la madrugada, gritando y levantando a tu abuela para que le hiciera algo de comer y a veces, la ponía a cantar. Tu abuelito llevaba a algún borracho a comer y ahí estaban solo tomando. Esa conducta de tu abuelito duró mucho tiempo, incluso después de la muerte de Irma. Hubo un día que yo me harté y agarré a tu abuelo con una llave y le sujeté la cabeza y tu tío Javier dijo: Suelta a mi papá. Tu abuelito en su delirio, interpretó que yo no era su hijo, como Javier había dicho "mi papá" y no “nuestro papá”...
El hecho es que tu abuelo vio las pinturas y cosméticos de tu tía y se enojó por que no quería que fuera a salir con una sorpresa y le grito muy feo y le dio una cachetada según me platicó tu tío Javier. Tu tía una niña muy sensible y aparte tenía un problema del estómago, tenía dolores fuertes muy frecuentes y fuertes, sufría mucho. Hasta ahora no sé bien qué tenía, soy médico, pero sospecho que tenía una afección no compleja pero sólo sé que le daba mucho dolor. 
Cuando regresamos de la calle, la encontraron colgada del cuello ahí en marco de la ventana de la cocina, junto al lavabo. ¿Recuerdas?
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- Ya sabes qué pasó con tus tíos, ¿verdad? ¿Cómo fue? ¿Tú le preguntaste o tu tío Raúl te dijo? 
Bueno hijo, al final creo que ya podemos hablar un poco más de tus tíos. 
Nos acostumbramos tus tíos y yo a no mencionarlos, de entrada, porque tu abuelita sufría mucho, empezaba a llorar y nos dolía mucho. 
- Platícame de mis tíos mamá.
- Me recuerdas mucho a tu tío Jaime. Tienen conductas muy parecidas, era muy sensible como tú, siempre nos acompañaba y cuidaba a tu tía Yola y a mí. Era morenito como tú y también le gustaba mucho andar en bicicleta, hacer ejercicio como a ti. Era muy noble y cariñoso. Tu tía Irma era muy linda, era una niña muy dulce, le gustaba pintarnos y nos cuidaba. Era muy cariñosa, recuerdo que me acariciaba mucho mi cabello mientras yo recostaba mi cabeza en su regazo.
- Nunca hablaban frente a nosotros de mis tíos. ¿Ustedes hablan de ellos?
- Sí, platicamos, pero entre nosotros. No frente a ustedes. Nadie a excepción de ti, lo sabe. Tener un familiar que se suicida, te marca.
Durante las narraciones, las caras de mi madre y mi tío se mantuvieron ecuánimes y serias. Aunque se llevaron a cabo en distinto momento y distinto espacio, sus palabras eran dichas con la misma calma, amor y aceptación. Trato de no imaginar el dolor que vivieron y sintieron porque pierdo la compostura y el llanto me invade.
Los tíos Irma y Jaime siempre estuvieron y están presentes. Sus siluetas se percibían en los trazos de las narraciones de recuerdos familiares. En los miedos y los silencios.  En las conductas y miradas de nosotros, la siguiente generación. Sus sombras se volvieron mi sombra sin yo saberlo, sólo sintiendo brisas inexplicables de miedo, nostalgia y ausencia.
Hoy se encuentran presentes y en el lugar que les corresponde, con respeto y amor. Así el dolor los haya exiliado temporalmente al olvido y el secreto, su presencia anacrónica y sutil se manifiesta ayer, hoy y siempre en nosotros y en las generaciones venideras para darnos un gran mensaje, nuestros seres amados siempre permanecen en nuestro corazón y es éste mismo el que les busca voz para regresar al calor de nuestros espíritus. 


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Prioridades

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