viernes, 13 de noviembre de 2009

Caminando en círculos

Se ajustó la corbata.

Se encontraba solo en su casa. Llanto de niños detrás de las paredes, pasos, coches pasando por la calle.

Bajó las escaleras y se preparó un licuado. Relajado, miraba las plantas y un pequeño árbol en un patio miniatura.

Se preguntaba cómo era posible que la gente viviera en esos lugares como el que él supuso ideal para descansar?. Cómo entendía la gente su vivienda?. Paredes compartidas, mini jardines, a menos de 30 cm tienes la cabeza de tu vecino cuando estas acostado, colindancia de paredes.

Creía que lo más sano era lo silvestre, lo natural y animal, vivir en grupo pero con pertinentes espacios y convivencia de apoyo y construcción mutua. El modelo social impulsaba a la supervivencia individual y por lo mismo, ignorar el crecimiento del grupo. Eso explicaba su percepción de una sociedad cada vez más dividida e irreconciliable con ella misma.

Por el otro lado, mientras comía algo en la mañana, acostumbraba ver a la calle. Hombres en traje o uniforme, mujeres con niños despeinados en los asientos traseros. Todos en el mismo ritual, incluso él.

Llega a la oficina. Desde hacía como dos semanas, se sentía cada vez más vacío, las terapias y auto lavados de cerebro ya no daban para mucho. Veía la mirada de la gente, los conocía de años. Sabía sus estados de ánimo con solo verlos. Los temas, políticos todos. Desde esas dos semanas, el tiempo se pasaba cada vez más lento, más pesado.

A la hora de comer, buscaba o lo absurdo o la plática edificante. Lo único disponible a veces era lo absurdo, reir y hablar de lo banal satirizándolo. Sentía que su lógica y su genio estaban decayendo en lo estúpido.

Lo edificante era imposible encontrar, o se vislumbraba en alguien pero de inmediato había una huída en la conversación por alguna de las dos partes, como si fueran dos comunistas incursionando una plática en un ambiente capitalista radical vigilado y despidadado.

Toma su computadora, sale de la oficina. Le esperan oscuridad y tareas sin ningún proyecto específico. Ningún aprendizaje maduro, solo inducciones vagas de nuevos conocimientos.

Recordó aquel texto que escribió hace algunos años donde terminaba con la frase de una chica: "No pertenezco a esta realidad".

Llegó a casa, encendió un porro, se puso a reflexionar. Estaba muerto y cada día moría un poco más.

Esto lo llevó a una avalancha de sensaciones e ideas. El tiempo transcurría.

Se observaba, cuestionaba y se daba cuenta que toda esa palabrería interior, no servía para nada.

Nada de lo que había hecho había servido a un largo plazo. Tenía que cambiar más, pero todo eso era más allá de lo controlable. Tenía que tomar una decisión.

Cerró los ojos.

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Prioridades

1. Mi paz interior 2. Desarrollar mi misión, creatividad y desarrollo, mi filosofía personal, mi espiritualidad 3. Estar y vivir mi familia ...