Miguel sonreía. Miraba fíjamente al piso.
Todos hablaban y nadie ponía atención a él. El seguía en ese autismo que lo hizo desaparecer de la habitación.
De repente, con su sonrisa fija, levanta la cara, los ve a todos; tira el contenido de su vaso a piso y se levanta gritando: "A chingar a su madre...". Avienta el vaso contra la pared....
Más allá del bien y del mal, hay otro nivel de conciencia. Nos daremos cuenta cuando estemos ahí.
sábado, 4 de julio de 2009
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