Jonás se daba cuenta que tenía una gran rabia y enojo con sus jefes anteriores. Ultimamente se había observado planeando denunciar la corrupción de su anterior jefe en Daimler. Ultimamente se había planteado buscar venganza con la jefa recién llegada que lo despidió de manera fría, incluso cruel. En la asesora de Personal, en la dinámica donde no hubo un trabajo en equipo, una consideración humana. A pesar del gran esfuerzo de Jorge.
Una parte de él, decía que soltara, que se relajara y fluyera. La otra se enganchaba con el enojo. Decía: Esas personas son mierda, y el sistema les debería dar una lección para que sean más consideradas, menos crueles. Se daba cuenta que así era la dinámica que envolvía a las personas en las empresas. Competitividad y supervivencia.
Pero volviendo al tema, había algo que lo identificaba con la víctima. Como si dijera: Ustedes tienen la culpa de mi desgraciada vida. Pero era muy claro, su otro yo emergía diciendo que no tenía nada que ver. Que él, Jonás se estaba enganchando. Era evidente, se estaba identificando con la dinámica que él dibujaba, incluso podría no ser esa dinámica que él imaginaba, chance él estaba mal y estaba creando una historia llena de sesgos. Pero no buscaba salir como culpable. Era que él quería dejar de cargar el enojo, la culpa también.
Lo mismo con la sociedad poblana y la gente. Sentía que la gente era mal educada en Puebla, eran cerrados y groseros. Jonás a pesar de saludar, no le contestaba a veces la gente. O estaba en su pedo. Le cagaba eso, qué son robots?, no tienen educación?. Es bueno ser visto así?. Pero qué buscaba él, porqué buscaba tanta aceptación de la sociedad?, de sus vecinos o de los papas de la escuela de su hijo?. Era eso, buscaba aceptación y sonrisa de reconocimiento aceptación.
Y del trabajo?, era el reconocimiento. Sentía que un gran obstáculo era no haber salido con reconocimiento de su trabajo, que lo hubieran corrido. Hubiera preferido salir por renuncia aunque hubiera salido son un peso, la verdad no vale la pena eso. Esos mierdas lo hubieran olvidado. Y su gratificación personal era independiente de lo que esos culeros dijeran. Observaba sus pensamientos, su enojo y frustración. No tenía mucha explicación pero observaba ese enojo. Lo encendía un poco, sentía rico el enojarse, era rico el enojarse. Era interesante observar eso también.
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