lunes, 28 de octubre de 2024

El enojo al exterior y su raíz en uno mismo

Jonás se daba cuenta que tenía una gran rabia y enojo con sus jefes anteriores. Ultimamente se había observado planeando denunciar la corrupción de su anterior jefe en Daimler. Ultimamente se había planteado buscar venganza con la jefa recién llegada que lo despidió de manera fría, incluso cruel. En la asesora de Personal, en la dinámica donde no hubo un trabajo en equipo, una consideración humana. A pesar del gran esfuerzo de Jorge. 

Una parte de él, decía que soltara, que se relajara y fluyera. La otra se enganchaba con el enojo. Decía: Esas personas son mierda, y el sistema les debería dar una lección para que sean más consideradas, menos crueles. Se daba cuenta que así era la dinámica que envolvía a las personas en las empresas. Competitividad y supervivencia. 

Pero volviendo al tema, había algo que lo identificaba con la víctima. Como si dijera: Ustedes tienen la culpa de mi desgraciada vida. Pero era muy claro, su otro yo emergía diciendo que no tenía nada que ver. Que él, Jonás se estaba enganchando. Era evidente, se estaba identificando con la dinámica que él dibujaba, incluso podría no ser esa dinámica que él imaginaba, chance él estaba mal y estaba creando una historia llena de sesgos. Pero no buscaba salir como culpable. Era que él quería dejar de cargar el enojo, la culpa también. 

Lo mismo con la sociedad poblana y la gente. Sentía que la gente era mal educada en Puebla, eran cerrados y groseros. Jonás a pesar de saludar, no le contestaba a veces la gente. O estaba en su pedo. Le cagaba eso, qué son robots?, no tienen educación?. Es bueno ser visto así?. Pero qué buscaba él, porqué buscaba tanta aceptación de la sociedad?, de sus vecinos o de los papas de la escuela de su hijo?. Era eso, buscaba aceptación y sonrisa de reconocimiento aceptación. 

Y del trabajo?, era el reconocimiento. Sentía que un gran obstáculo era no haber salido con reconocimiento de su trabajo, que lo hubieran corrido. Hubiera preferido salir por renuncia aunque hubiera salido son un peso, la verdad no vale la pena eso. Esos mierdas lo hubieran olvidado. Y su gratificación personal era independiente de lo que esos culeros dijeran. Observaba sus pensamientos, su enojo y frustración. No tenía mucha explicación pero observaba ese enojo. Lo encendía un poco, sentía rico el enojarse, era rico el enojarse. Era interesante observar eso también. 

sábado, 26 de octubre de 2024

Tiesos ante el espejo

Jonás se puso su cinta para la frente tipo tenista. Tenía unos chinos postizos. Pensó que se vería gracioso que él con su calvicie, con su cabeza afeitada tuviera su cinta con unos chinos postizos. Se vio al espejo y se vio a él, serio con la cosa esa en la cabeza. Pensó que podía verse muy serio y que nadie lo tomaría a broma. Ok, se puso una gorra encima, a ver qué tal se veía. Más extraño todavía, más raro y extraño. Quién usa una banda de ejercicio para la cabeza con una gorra. Se quitó la cinta con los chinos y se puso solo la gorra. 

De cierta forma, no quería que lo vieran pelón. A lo lejos vio a una infinidad de niños llegando a su casa, unos corriendo y otros caminando. El, parado en la cochera con una cajita de madera y una bolsa del mercado llena de dulces para regalar. Niños con el halloween pidiendo dulce o truco. El siendo cordial un poco tieso. Se reía dentro de sí mismo por su "tieses". Era risa y ternura, de verse a sí mismo como un niño nervioso pero queriendo hacer y entrarle. 

Eso de halloween le molestaba un poco. Dónde había quedado "la calaverita". Se acordó de cuando su primo Chava y él se iban como de 6-7 años al Blanco (hoy Chedraui) de la colonia Santiago a pedir prácticamente limosna. Tomaban una caja de zapatos y le recortaban unos dientes y ojos, le ponían una vela adentro y se ponían a pedir: "¿no me da para mi calaverita?". Casi no les daban. Recordó como le daban si acaso alguna vez una moneda de 10 pesos, unos de morelos creo. O esos eran los de a 1 peso. Da igual.

Las tradiciones iban cambiando. Sólo lo anacrónico permanece como diría Monsiváis.

Después de todo el relajo de la entrega de dulces, de los cuales por dar muchos, al final hubo niños que no recibieron dulces y que por cierto, hubo papas que lo vieron feo. Eso molestó a Jorge pero también los entendió. Dio de manera desproporcionada a pesar de tener muchísimos dulces. Lo mejor era tener medidas para dar la próxima vez y evitar que lo vieran feo, que era algo que le pesaba pero la verdad tampoco era para tanto. Lo logró soltar, la culpa o el tema. 

Se fue al jardín donde había un madrazo de gente. Vecinos e invitados de todos. Platicó con vecinos y aprovechó para acercarse a nuevas personas. Entre ellos un cabrón que se le hacía conocido y que formaba parte de la mesa directiva del fraccionamiento. 

Resulta que el cabrón este, buena onda por cierto, traía la vena del barrio marcada, había estudiado en el Tec de Puebla igual que Jorge. Ahora no tengo chamba carnal, hubo recorte de gerentes en mi trabajo y pues me tocó. Jorge tuvo curiosidad por saber cómo Pepe estaba sobrellevando ese proceso. De la chingada, honestamente lo estoy pasando muy mal carnalito. Jorge sintió un poco de tranquilidad, él que llevaba ya casi 11 meses sin trabajo sentía que estaba loco ya. Pero se dio cuenta que no podía seguir sus sueños por que el ser el proveedor y el sostén simbólico de la familia, no le dejaba volar por sus sueños. 

Se había dado por vencido ya en muchas cosas. Había también transitado por muchos estadios. Sentía que era un humano siendo humano, cometiendo errores y aprendiendo a verse. Viendo que traía sus propios delirios, unos aprendidos, otros creados. Que no era fácil ser un hombre libre y que cuando creía estar un poco consciente, estaba más perdido. Seguía buscando regresar al lugar de donde había escapado desesperadamente. Era natural cuando lo repasaba, quería volver a lo conocido sin darse cuenta que ya no quería estar ahí. No podía dejar el estilo de vida, no podía dejar a su familia sin ese soporte imaginario (porque su familia realmente no lo necesitaba para subsistir, su familia hermana, mamá y tías). Era un proceso bien desgastante chingao pero estaba aprendiendo de él y en ese aprendizaje había caído más, conociendo su dinámica mental. Iba paso a paso, encomendandose a la espiritualidad, confiando en la vida buscando no asignar responsabilidades. Era pesado pero era lo que tocaba. 

No sabía que iba a ganar primero, si su suerte de encontrar algo como un trabajo aunque no a sí mismo aún, su iluminación que llegaría en algún momento sino hoy, en otra vida o la muerte en un cardiacazo o algo así (porque los procesos eran muy fuertes y aunque pareciera que ya se había liberado en algún momento, algo pasaba que lo mandaba nuevamente hasta el fondo, como en las serpientes y escaleras). Aún así, una parte de él emergía y confiaba en la vida, escuchaba a los pájaros y veía el atardecer desde su ventana en su recámara mientras escribía lo que se le ocurría. Le gustaba, como si fuera a encontrar algo, sentía que escribir era como un safari, donde salían cosas no tan bonitas a veces pero le ayudaban a fluir. 

Se acordó del juego de escaleras y serpientes que le regaló su mamá a Carlo, su nieto. Le dio curiosidad de jugar pero no antes de leer un ratito. Las tardes y noches eran un refugio de pensamientos y sensaciones.

martes, 15 de octubre de 2024

Otro texto encontrado!

 

"Lo que hay que hacer, es ir un paso delante de la mujer", dijo el más casto
aunque no tan inocente de todos. Los demás coincidieron, en eso, Juan inició
con una sencilla explicación de lo que alguna vez le pasó y que varios de
los ahí presentes interpretaron de una manera, más que práctica o
estratégica; filosófica. La relatividad de la dificultad.
Después de dar un corto trago a su cerveza, Juan comenzó con la descripción
de su experiencia; " Había conocido a Diana en la fiesta de cumpleaños de
Ruíz, mi compañero de trabajo, y ya saben, plática y plática, juego de
seducción a discreción, la mirada, y todo eso que ya conocen", los amigos,
tomaban de su cerveza con una calma que pareciera que tomaban café, sin
embargo, lo que pasaba en realidad era que saboreaban la cerveza, pero mejor
aún, saboreaban la narración de Juan. "Algo tiene Juan que una vez que
iniciaba una de sus narraciones de experiencia, te mantiene como cautivo, no
te deja ir", pensaba Miguel. Envidiaba el talento de Juan, pero bueno,
Miguel era consciente de su talento en la improvisación, había sorprendido
muchas veces a sus maestros cuando los intensos debates de humanidades que
se armaban...., esos eran los buenos tiempos....
Gabriel, sintió ofensivo ese último comentario de Juan, "puede que sea
adrede, se estarán burlando de mí de nuevo???", después de un instante,
conscientemente ignoró el hecho. Sabía que jugaban con el tema de su
castidad y su timidez con las mujeres, y que era de esas cosas que pasan y
era de lo más chusco imaginarse al Gabo, y que no era capaz ni de mirar a
una mujer que le gustara a los ojos, y ver esa lucha consigo mismo. Pero eso
era un fracaso para él, uno más.
"Y pues ya, nos vimos un par de veces, estrategia a morir, y ella también,
pues qué crees que acababa de nacer????, sí y ya sabes, pero..., aún no
estaba fuerte el negocio...., faltaba mucha labor aún..., llevabamos aprox.
como 3 semanas de vernos (los ademanes de  Juan eran suaves, con calma, como
si hiciera caricias en el aire, parecería que abrazaba al aire) , que me
avisan que tenía que ir a USA por el trabajo, y por un mes, cómo la ven??".
"Lo ideal en ese caso es aplicar la estrategia de efectividad garantizada,
ataque a morir. O todo o nada", dijo Alex con ese aire de hombre de mundo,
sólo en ese momento, por que normalmente era la persona menos seria del
mundo. "No seas necio!!!, lo ideal es formar una infraestructura maciza, y
si tiene que esperar para hacerla, que espere...", dijo Miguel, "pero si le
dan baje, Juan se va de viaje y le dan baje mientras anda volando????,
animal!!!", comentó Alex, con agresividad, pero con esa sonrisa que libera
de mala intención la plática y al final dando una fumada a su cigarro con
tabaco de Carolina del Norte. En eso interrumpe Gabriel, "Mira cabrón, en
ese caso...., es que depende que tan chingón seas, porque lo que puedes
hacer, es llegar a reclamar lo tuyo. La vas a visitar cuando no esté su
novio, van a algún lugar, le recuerdas lo chingon que se la pasa contigo, y
en un dos por tres ya la reconquistaste, ya la encantaste...., bueno..., no
sé .... "Nooo maaames", dijeron riendo todos al mismo tiempo y haciendose
para atrás. "De que es posible, es posible, pero..., qué onda???, lo dice la
voz de la experiencia, o qué, mi Gabo.....", dijo Miguel. En eso, con
todavía restos de risa en su voz, interrumpió Juan para continuar con su
historia, "pues lo que hice a fin de cuentas fue llegarle dos días antes de
irme, (para este momento, la risa se había ido y sólo quedaba una sonrisa en
todos como vestigio), pero no manches..., no quería ceder.....(la seriedad
de Juan, hizo que en éste momento, las miradas de todos fuera de alta
concentración y de empatía total)...., al final me dijo que sí. Pero saben
cuanto me tardé????". Nadie dijo algo por que era preciso escuchar para
comparar. "Una hora". Hubo silencio por un par de segundos, mismo que fue
interrumpido por un par de "ahh", "no manches", y miradas a Juan que no
estaban ahí precisamente, sino en el terreno de las simulaciones y de los
recuerdos evaluando la viabilidad de lo vivido por Juan. Si no es por que lo
conocieran, pensarían que no es verdad. "si, y a aventar verbo, pero nada."

Otro texto perdido que encontré por ahí

 Fábula

    Título aún en discusión.
    Cuanta la historia de un hombre llamado Juan Pescador, curioso y
observador desde niño, conceptualizaba sensaciones, sentimientos y todo lo
relacionado con la magia. Sin embargo, un día, leyendo un texto de un
escritor que por ahora no importa mencionar su nombre, encontró una frase
que cambió su manera de entender el mundo: "No hay nada más absoluto que lo
relativo". La relatividad se volvería en el eje de su diversión y en su
herramienta de convencimiento a los demás.  Ejercitose con cautela, no sin
confundirse menos de los suficiente. Era sin duda un ser excepcional y
prodigioso, pues nunca perdió el control debido a su talento en el uso de
los conceptos. Ciertamente, un aroma diabólico había en la esencia de sus
actos, y sin darse cuenta, Juan Pescador, siguió su camino de aprendizaje y
pasó de la teoría a la práctica, hasta que su estrategia y habilidad
aumentaron de manera nunca antes vista haciendo caer en la confusión a los
más convencidos de teorías absolutas. Tanto no perdonaba a ladrones, ni a
seres aborrecibles, como a seres piadosos, misericordiosos y dadores de
esperanza.  Un día, a la flor de su edad, visitó a Fray Reinaldo, hombre de
fe, cumplidor de las normas religiosas dictadas por los hombres benditos.
Juan Pescador, en su hambre de confundir a partir de su arma; la
relatividad, le pidió a Fray Reinaldo asesoría respecto a algo que lo
inquietaba.
*    Fray Reinaldo, vengo a verlo pues necesito que interceda por mí ante
el Altísimo, solicitando un tiempo de estadía en el purgatorio, en el
bendito momento en el que sea llamado a la Vera del Señor.  Fray Reinaldo,
sorprendido, internamente perdió el gobierno sobre sí mismo. La copa de oro
con vino de la Rioja, cayó sobre el escritorio haciendo un sonido sordo y la
pluma de faisán con la que escribía versos de fe, hizo un rayón horrible en
el papel de seda.
*    Explícate, hijo, ¿qué te hace pensar de esa forma que me consterna
de manera indecible?
*    No es tan complicado, Fray Reinaldo. Sucede que quiero estar
verdaderamente dispuesto a asimilar la Presencia Divina. De cierta forma,
los dulces colores de esta vida, me distraen de la Persona Sagrada,
independientemente que él sea la razón de esto. Usted sabe que soy amante de
la belleza de este mundo, incluso la belleza contenida en la fealdad, pero
eso me distrae de la atención y comunicación que le debería dar al Ser
Infinito. Una cosa es la obra, otra el creador. Por eso, cuando me llegue el
Momento Implacable, prefiero pasar un rato en el purgatorio para prepararme
a ocupar mi lugar a la derecha del pandero del Señor, necesito una antesala
espiritual que me prepare y concientice a la contemplación divina. Tengo
temor de quedar impactado con la sensación que sólo la inesperada muerte
pudiera haber dejado en su visita inoportuna y que esa sensación me
impresione dejándome detenido en el tiempo ante la asimilación de tal
experiencia. Temo que esa sensación, eclipse el torrente de vibraciones de
misericordia que la Nueva Vida ante el Gran Anfitrión pueda darme.
*    Hijo, pero eso es innecesario, en el momento en que seas llamado, la
Imagen Omnipotente te cautivará ypso facto, y más siendo tú un ser tan
devoto, estudioso de las sagradas escrituras, un ser sin mácula.
*    No lo niego, Fray Reinaldo, cumplo incluso con lineamientos que no
me corresponden. Yo, un feligrés más, acato los votos de humildad e incluso
el de castidad designados a personas santas como usted; votos, que mis
hermanos en la comunidad no acatan pues no les corresponden por su jerarquía
de fe, pero volviendo a su idea, Fray Reinaldo, le recuerdo que dada mi
condición de crítico de minucias y mi complejidad inverosímil, considero la
posibilidad de que suceda este fenómeno de "eclipse de éxtasis". Fray
Reinaldo, me conozco, si no tiene una idea que pueda refutar mi argumento,
le pido por favor me escuche en mi deseo de pasar un par de décadas en el
purgatorio preparándome a recibir y ser recibido. Por favor, Fray Reinaldo,
es lo mejor, así tendré un pendiente menos en lo que me resta de vida y
podré seguir dedicándome a la contemplación y reflexión de las maravillas de
este mundo que el Creador nos ha dado. 
        Silencio por un par de minutos, tronido de dedos,
respiración entrecortada, solicitudes desesperadas de inspiración divina,
plegarias silentes.
        Sabiéndose victorioso, Juan Pescador inventaba una razón que
iba hacer ver como urgente para poder irse prometiendo regresar. Despidióse
con frases comprometedoras: Fray Reinaldo, por favor, la paz de mi alma en
ésta y en la otra Vida, están en sus manos.  Hasta pronto.
        Con los labios apretados, Fray Reinaldo asentía viendo a un
lugar indefinido.
        Cuentan que este evento implicó tal confusión y
responsabilidad en Fray Reinaldo, que tuvo que regresar a España, a su
claustro en el convento de San Marcelino, para dedicar el resto de sus días
a buscar y enunciar verdades absolutas sobre la vida en el Más Allá, incluso
hizo una serie de escritos: "Metodología de ingreso en el Paraíso
Prometido", "Aduana espiritual y tus derechos en el más allá",  incluyendo
unos de superación personal, como "Los 10 grandes pasos para disfrutar la
transición del mundo de los vivos al de los muertos" y otros best sellers.
Indudablemente, en cada versión de sus libros había un cambio rotundo en la
perspectiva que analizaba.
        Otro ejemplo de las artimañas de Juan Pescador, fue cuando
se acercó al septuagenario campesino; Josefino, e inició su cuestionamiento.
*    Josefino, llevas 60 años dedicándote al campo, ¿verdad?
*    Así es, Juan Pescador
*    ¿Y te gusta?
*    Sí, muchacho
*    ¿Y disfrutas el fruto de tu trabajo?
*    Pues saqué para alimentar a mis hijos, que ya trabajan también esta
tierra
*    ¿Porqué Don Sebastián vive en la hacienda, tiene caballos, hace
fiestas los fines de semana, fiestas en las que no te invita, caballos que
no te presta siquiera, vives en este espacio tan reducido, cuando tú
participas en crear y aumentar su riqueza?
*    Pues..., Don Sebastián sabe lo que hace
*    ¿Sabe lo que hace?, ¿Es correcto que te exija y te llame a tus
espaldas: "indio infrahumano", "bestia inconsciente de trabajo" y vivas en
una esclavitud disfrazada, sin crecimiento humano?
    Josefino, molesto, le pidió a Juan Pescador que se fuera,
argumentando que se sentía cansado y que últimamente le había dolido mucho
el corazón.
    Juan Pescador, fue tomando fama de cuestionador de verdades
establecidas y de relativizar toda ideología.  Llegó el momento en que el
pueblo, sumergido en una neurosis sin fin debido a sus cuestionamientos,
decidió poner fin a ese veneno de sus vidas miserables, anteriormente
felices en apariencia.
    Una noche de luna llena, salieron los habitantes del pueblo de sus
casas armados con palos, fusiles y machetes, con dirección a la casa de Juan
Pescador. Al llegar, lo sacaron desnudo y a golpes de su casa; Juan
Pescador, al intentar hablar, recibió una patada en el estómago. Conmovidos
los más sensibles del pueblo ante los gritos desgarradores de Juan Pescador,
pidieron al pueblo le dieran oportunidad de decir unas últimas palabras, a
manera de última voluntad.  Juan Pescador, con sangre en la cara, la mirada
en la multitud poseída por el odio; tragó saliva y sangre, y dijo: No
entiendo su enojo, he sido únicamente un cuestionador de sus ideas, si su
felicidad se ha tornado infelicidad al momento de hablar conmigo, es por que
no estában seguros del sentido de sus vidas y antes no se daban cuenta, eso
explica que Julián le pegue a su mujer e hijos, que Francisco y sus amigos
sean alcohólicos, y muchos casos más. Yo he sido únicamente un ángel de
verdad, he sido bendecido con una mente que tienen como misión el inducir la
búsqueda de la verdad real de cada quien y hacerlos ver a ustedes la verdad
impuesta por otros, haciéndonos creer que es lo correcto.
    En ese momento, auto convencido, Juan Pescador, dijo su argumento
final, no sin identificar una pizca de rencor escondida entre las variables
ejecutadas en la razón de sí mismo. Señalando a todos, dijo: Si existe un
culpable de todo esto, son la gente que está alrededor de ustedes, los que
los educaron en la mentira, los que los reprimieron, los nunca les dijeron
que estaban en el error...
    La multitud, confundida, se arrojo al recuerdo y al análisis. De
inmediato se dio el efecto que Juan Pescador había predicho. Gumaro, tomó
vuelo con el machete hacia Don Gerbacio, su conservador maestro en la
escuela, Fray Crisóstomo, quien sustituyera a Fray Reinaldo, acercó una
antorcha al sugestivo vestido del sugestivo cuerpo de María de la Cruz, hija
de Don Román. A lo lejos el fusil definía la mira en la calva cabeza de Fray
Crisóstomo, el portador del rifle;  Jacinto, tardó en afinar la mira, pues
el dolor de las flagelaciones que le había ordenado Fray Crisóstomo le
impedía apuntar de manera precisa.
    Algunos, "más inteligentemente", se golpeaban a sí mismos en un vivo
y nada metafórico ejemplo de autodestrucción y auto castigo.
    La vida del pueblo se extinguió esa noche entre una mezcla de fuego
y gritos de venganza.
    Juan Pescador, viose sólo en el pueblo, caminó entre cuerpos,
observó la turbia luna, y le sorprendió la palidez de las rosas después de
presenciar ese espectáculo.
    La moraleja de ésta fábula, confundida por la filosofía de Juan
Pescador, sabiéndose objeto de críticas fuertes a venir para tratar de
definir si era la moraleja correcta para ésta fábula, e insegura de la
verdadera intención de Juan Pescador, confió en lo que amaba y pidió asilo
político en la mente de un escritor de cuentos para niños, esperando cumplir
su misión como ella quería, en una historia sencilla, formando parte de toda
la historia, entre el cuervo y la zorra.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Miedo

¿Cómo describir el miedo?, ¿es una idea o una sensación?

Jorge se había puesto a cuestionar al ser misterioso detrás del miedo. Tenía muy claro que era una sensación en su cuerpo. Eran unas manos que le apretaban el cuello, de manera específica la base del cuello, de frente. 

Era la sensación en su pecho, como un frío que caía como una cascada en el pecho. Era una energía en sus brazos, una sensación de frío en sus brazos también.

Era un hormigueo y una sensación en su estómago, en sus tripas, sus intestinos.

Era en casos extremos, una sensación de frío y contracción en los genitales. Como si se fuera a cagar. 

Esa era la sensación a la que él llamaba miedo. Todo era instintivo. De mayor a menor. 

La sensación física disparaba a su mente. Su mente empezaba a activarse y buscaba la causa del miedo y tan pronto encontraba algo razonable, buscaba la solución. Pero la solución no era tan directa, antes había un buscar las causas, las consecuencias y la culpa. Una vez que se tenía el problema, la culpa y el error identificado, se partía a buscar más que la solución, una razón para bajar la carga emocional, bajar la culpa o relativizar las consecuencias. 

Si aplicaba, se buscaba una solución. 

Se dio cuenta que el cansancio era un factor decisivo en su estado de ánimo. 

El vuelo

Cada quien sigue a la voz en turno en su cabeza Más nítida y verdadera que la luz del sol, que el rocío de la mañana En un mundo de caos y m...