viernes, 30 de agosto de 2024

Convulsiones

El miedo era descontrolado. Sentía frío en los brazos, en la parte externa, como si alguien lo abrazara. Un abrazo helado como de muerte. 

Se veía perdido en una ciudad llena de gente. Lo devoraba. Era el ruido, la gente, corriendo y empujandose en su día a día. Subsistiendo en la lucha egoista. Empujando a gente mayor. Pisando y golpeando a los niños con las bolsas y cajas. Sin verse, como un rebaño de animales. 

Se sentía que iba a ser engullido. Iba a ser derribado y pisoteado, en charcos de meados y excrecencias deplorables. El, cayendo y siendo exterminado ahí. 

Mientras, él se observaba. Sin poder defenderse, sin decir palabra por miedo a ser golpeado o que le griten. El silenciado por su propia voz. Por el miedo a ser engullido por esa sociedad depredadora.

El miedo se hacía más fuerte y la sensación en el cuerpo era apabullante. Aniquiladora. Como una gran sombra que le invadía dejando sólo su boca libre para respirar y pronto la sombra entraba a su boca, dejandole respirar de una manera pesada y lenta. Como si respirara aceite viejo y usado de coche. Inmovilizado lentamente por esa pesadez. 

El miedo se hizo cada vez más intenso, comenzó a correr, tenía que soltar toda esa tensión en su cuerpo. Se detuvo, se arrodilló, mejor se puso en cuclillas y gritó fuerte hacia adentro, hacia el piso. Después grito hacia el cielo, se quedó sin voz y volvió a gritar, era el grito del horror, de la muerte. Empezó a temblar y gritaba con menos voz, lastimando su garganta. Sintió que la multitud se empezaba a arremolinar, con olores fétidos humanos, pedos, eructo, sudor, cagada. El olor de la multitud. Moría de miedo, moría de aplastamiento. Los morbosos lo veían, como iba pereciendo aplastado por la multitud. Que no lo veía, decían pendejadas. Se reían entre ellos de otros temas, no lo veían. Gritaban a carcajadas y él se convulsionaba de miedo, su cuerpo se retorcía, su llanto era descontrolado. Era un niño perdido en la multitud, sufriendo mientras perecía engullido por la multitud.

Observó su delirio, su sufrimiento y una parte de él, sólo observaba. No pensaba, opinaba nada. Sólo estaba en un silencio sin palabras observando. El en silencio, sólo observaba esas convulsiones.  

domingo, 18 de agosto de 2024

Ensueño

Acaso no el momento de la muerte sea el momento del nacimiento

Autor: Javier Pérez


- Sé que tengo que morir algún día, pero no así....

Javier estaba tendido en la cama del hospital San Alejandro del IMSS. Había entrado por un dolor de hernia y un error en el procedimiento le había ocasionado una complicación de la cual le tuvieron que cortar varios tramos de intestino dejándolo prácticamente sin intestino para absorber nutrientes. 

Jorge, su sobrino lo iba a visitar cada domingo, un poco más de una hora. Jorge iba a terapia y se le había desatado un trastorno severo de ansiedad debido a la situación de su tío, quien estuvo varias veces a punto de morir, una incertidumbre que se volvía exponencial. Durante la terapia, su terapeuta Ramón le decía: Tienes que ir a ver a tu tío, tienes que ver la muerte a los ojos. Hay una cierta belleza en la muerte. En ese momento Jorge no entendió, ni después pero supo que ir y ver a su tío era algo de lo que no se arrepentía aunque había sufrido mucho. 

¿Te acuerdas de Diógenes?

¿Cuál de los tres?

Jorge se reía porque no se esperaba esas respuestas de su tío. Su tío era experto en filosofía aunque no tenía ningún título. 

Javier permanecía ecuánime. Sabía que el fin se acercaba, se quejaba de alguna cosa pero su estado era de calma. 

Le gustaba la música clásica, sobre todo Bach. Experto y culto, abusaba de la humildad tachandose en público de "tonto e ignorante". Tenía una gran cultura general y leía filosofía sobre todo existencial. 

Llegó un momento que Javier ya no tuvo fuerza para respirar y le tuvieron que poner asistencia de un respirador. Su hijo Ludvik lo acompañaba. "Dale a tu primo Jorge el abrigo negro largo que está en mi casa", fueron sus últimas palabras, su despedida. 

Hombre serio, culto, de difícil expresión de emociones, no dijo nada más. Su hijo, con lágrimas en los ojos platicó con Jorge sobre las posibilidades que eran nulas en ese momento. Jorge había hablado con los hermanos de Javier, sobre todo con el otro tío hombre: Raúl. No hay nada que hacer hijo. Gracias por preocuparte por tu tío, por nosotros pero sólo es cuestión de dejarlo ir. 

Un día, Jorge fue a ver a su tío. Este se encontraba en un estado parcial de sedación, con los ojos cerrados pero tratando de despertar. Una escena aterradora. 

Jorge exigió, pidió al personal totalmente indiferente del hospital, que hicieran algo. No pasó nada. 

Después Jorge regresó y su tío estaba en sueño profundo. Jorge sufrió mucho. Mientras viajaba, esperaba en cualquier momento la trágica noticia. Así fue casi un mes hasta que partió. 

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Estaba en un estado extraño de ensueño, de ir y venir entre sueño y realidad. Ya no sabía qué era sueño y qué verdad. Estuve navegando entre recuerdos, sin distinguir cuánto tiempo estuve ahí. Veía en instantes a mi familia, los escuchaba, sólo el tiempo transcurría, como si fueran años, como si fuera toda una eternidad. Pero no era así, era solo una etapa. 

Me di cuenta de todas las imágenes que transcurrieron en mis sentidos: sonidos, olores, imágenes distorsionadas de mis ojos abiertos, entrecerrados, llorosos. 

Me di cuenta de todas las imágenes que transcurrieron dentro de mi ser: recuerdos, fantasía, sueños. Era difícil saber qué era cierto y qué no. A duras penas pude conservar la consciencia de dónde estaba y qué pasaba. Mi corazón se aceleraba, viví miedo, muy intenso. Luché por mi vida, con todas mis fuerzas. Por despertar, pero no pude. Mi camino ya estaba trazado pero la fuerza de la vida empuja contra todo razonamiento.

El miedo a la muerte es algo que solo se puede expresar cuando se está frente a ella. Todo lo demás es bullshit. Palabrería, parloteo.

Sólo frente a ella tomas consciencia de que dejarás de ser quien eres. Que dejarás tu casa, tu familia, tu entorno, tu historia, sobre todo, dejarás de ser tú. O entras en un plano donde llegarás a un lugar donde dejarás totalmente de ser tú o dejarás de existir que se podría decir que es lo mismo. 

Lo constante durante todo este trayecto onírico-mortal, fue mi consciencia. En todo momento pude ver que yo era el capitán de mi barco y todo lo demás, eran olas. Podrán destruir y machacar mi cuerpo; mis pensamientos y mis estados interiores pueden ser el infierno mismo, pero mi consciencia es quien dirige el timón de mi ser. Mi consciencia es inmortal e infinita. Silenciosa e incondicional. Es amor. Es una mirada amorosa, es una caricia, es una sonrisa, es una palabra inesperada, es el silencio, es la respiración lenta y profunda. Es la exhalación que te empuja al sueño al dormir o la exhalación última que me lleva al sueño del que no despierto.

Dándome cuenta de eso, fui libre. Como dice el sabio J. Krishnamurti: "No me importa lo que pueda suceder", así fue para mí. Llegó un momento en que me abandoné, dejé todo lo que llevaba encima y sólo observaba, dejé de pensar. Dejé de pensar por que quien pensaba no era yo, era mi historia, mis yo's. A veces escuchaba mi voz decir algo, pero también la escuchaba. Dejé de identificarme con todo lo que pasaba.Hubo ocasiones que mi mente no paró, que los ruidos internos no cesaban. Los observaba. Me había vuelto una semilla de alpiste rodeado de tornados y truenos. Una semilla que permanecía, quieta e indestructible, como si estuviera omnipresente, como un holograma en esa tormenta. Era mi consciencia, que sabía que todo lo que pasaba era pasajero, como todo lo que fue, como todo lo que será. 

Algo me decía que lo que pasaba era bueno, me di cuenta que era una voz dentro de mí. También la escuché pero no seguí su conversación. Permanecí sin engancharme, ya me había devastado durante mucho tiempo. 

En vida también viví momentos de infierno. Mi efímero alcoholismo que derivó en un aislamiento y relativa paranoia fruto de mi mente, sólo me llevó a niveles más profundos del infierno y el horror. No me pude dar cuenta del ensueño. Hoy sí, chance me sirvió o no,  me di cuenta que todo lo que sucedía afuera, era un reflejo de mi mundo interior. Me di cuenta de cierta magia, algo un poco esotérico que me decía que así como es adentro es afuera. Que el universo es mental, entendiendo esto como que todo es una creación de la mente y que ese filtro, proyecta lo que se ve, según se quiera ver. Pero más allá de querer ver, es observar lo que se ve. Suena difícil pero es un estado básico y lleno de luz. 

Desconozco qué pasará, si sólamente mi voz se silenciará y dejará de haber un observador o si mi consciencia verá un estímulo como la luz. Hágase la luz. Dios creandome y yo naciendo, en una persona, un animal, un arbol, una montaña, una luna. No sé. Llegando al juicio, cuales fueron mis pecados. Este es el que menos me conviene, pero así mi condena sea el infierno, me creo listo para transitar y observar sin que mi espíritu se queme.


domingo, 4 de agosto de 2024

Memorias con mi padre

Ese día Jorge habló con su padre por teléfono, sentía la necesidad de ponerse al tanto y profundizar un poco pues notaba a su padre un poco evasivo. Sentía como que su papá evitaba la negatividad / confusión de su hijo. 

Jorge empezó empezó comentando que había hecho mucho trabajo con su terapeuta y que se sentía mejor. 

Su padre escuchaba pero expresaba entre líneas que la terapia era buena pero que era hora de seguir. Que no sabía qué le decía su terapeuta pero independientemente de eso, era importante que él marcara su paso, que se recompusiera y siguiera su camino. Eso era algo interesante pues Jorge sentía que últimamente se estaba enredando en sus propios pensamientos y en rutinas cada vez más profundas en la arqueología de la historia de la familia, en el ADN de su tipo de personalidad, en aparentes traumas de su historia personal. Sentía que en terapia no sabía muy bien a dónde iba. Las últimas sesiones eran confusas, no veía el rumbo.

Su padre empezó a darle a Jorge una serie de ideas y comentarios que lo alentaron mucho, que lo reconfortaron. Le dijo que Daimler no valía la pena, que era una empresa sin ética ni valores que no había valorado a Jorge, que no tenía sentido seguir pensando en esa empresa sin valor. Que era importante mejor seguir adelante y no desperdiciar energía y tiempo pensando ni haciendo nada respecto a esa empresa sin valor. Que la forma como trataba o sacaba a sus colaboradores era poco profesional por decirlo bonito. Ahora que Jorge lo escribía quería decir lo mierda de la empresa no sin dejar de reconocer que no quería estar ahí desde el principio. Aprendió mucho, conoció a buenos amigos pero era una mierda de empresa, superficial y sin ética.

Su padre continuó y le dijo que era importante que desarrollara una rutina, un método personal para poder sobreponerse ante las situaciones que se le iban presentando según su personalidad, por ejemplo, las ideas negativas. En estos casos, era importante cortar directamente esa narrativa pues no llevaba a nada bueno. 

Le comentó también que tenía que ir desarrollando contra pesos o contra llaves para reaccionar cuando algo negativo pase. ¿Qué puede hacer cuando algo negativo pase?, ¿cómo reaccionar?, dado que la vida era cambio, era algo que Jorge tenía que desarrollar para poder sobrevivir.

 Le dijo que tenía que confiar en sí mismo, en Jorge. Que era un ser muy inteligente y muy capaz, con mucha experiencia y que podía hacer mucho más de lo que pensaba. 

 Al final le dijo que disfrutara, que lo quería mucho. Que todo estaría bien. 

Miedo

¿Cómo describir el miedo?, ¿es una idea o una sensación? Jorge se había puesto a cuestionar al ser misterioso detrás del miedo. Tenía muy cl...