Jorge se sabía un impostor. Sabía que no era digno de recibir lo bueno, el reconocimiento, los beneficios. Por el simple hecho de que había cometido ese crimen. Ese crimen por el cual podría ser descubierto de alguna forma. Era un impostor.
Soñaba frecuentemente con que lo metían a la cárcel. Deliraba que lo podían atrapar un día. Ese miedo a la autoridad lo había tenido durante toda su vida.
Veía a todos a su alrededor como "La Autoridad". Se sometía a las reglas, no quería ser corregido, exhibido. Quería pasar desapercibido para la autoridad. Es curioso porque la autoridad podía ser quien sea, lo que sea. Un transeúnte podía ser la autoridad manifestada para enfrentarlo, confrontarlo por su crimen.
Eran sueños aislados, tenía tiempo de no tenerlos pero tenía la misma sensación. No podía exigir nada, sentía que tenía una gran culpa. Sentía que cuando era niño, igualmente tenía que confesar lo que hacía mal antes de que hiriera o algo saliera mal. No sabe qué.
Ese delirio, el de ir a la cárcel era un delirio de mucho tiempo.
Sentía el gran pesar de lo irreversible, de haber cometido un gran error, de haber cometido un crimen. Era una culpa, no solo de haber cometido el delito, sino también el miedo de ser descubierto. Era un secreto, que tenía que sostener para que no se revelara. No podía mostrarse como es porque era como revelar el secreto.
Sentía que era como Kafka cuando despierta vuelto bicho y no permite que sus padres entren. Era el cubrir su verdadera identidad de delincuente sin valor. De guardar ese secreto. Un secreto que cubría socializando.
El paso de fé era ser él. Cantar su secreto entre líneas ya que no estaba seguro de cual era el secreto.
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