- Y que se me acerca un güero asqueroso, así…, con un bigote…, era un albino…, hablando en inglés diciendo madre y media…, yo le dije así en español: no te entiendo cabrón….
El papá de Erika hablaba con una cuba en la mano. El licor no caía del vaso a pesar de los ademanes enérgicos, parecía que inconscientemente conocía el movimiento armonizado del líquido y su mano.
- ¿De qué habla Don Ramón?
- De sus aventuras en Nueva York…
El consuegro de ultra derecha, Don Angel, observaba a su contraparte departir sin ninguna reserva. Don Angel veía a uno de sus zapatos, extraviado en sus pensamientos.
- Y que me para la policía otra vez…, esta vez dos pinches negros horribles, horribles…. (el señor detuvo el relato para dar un trago a su cuba), espantosos…, así; con cara de gusanos…, bajaron de la patrulla….,
De repente, un grillo brinco por nuestros pies. Era café claro e iba hacia la recámara de Ricardo.
Mauricio, vió el grillo y le preguntó a Ricardo:
- Qué pedo con este guey?
- Cómo que qué pedo?, mátalo qué no ves que va a mi recámara?
- Lo mato?, preguntó Mauricio levantándose para pisar al grillo.
Mauricio levantó la silla y la azotó una vez contra el piso.
En ese momento, sin darme cuenta, ya estaba yo bajo la silla y tenía entre mis manos al grillo. Simulé que se lo aventaba a Ricardo, le dije -qué puto eres- y luego lo arrojé al campo.
- Vientos Jonás, cómo se les ocurre a estos hijos de la chingada querer matar al grillo…. Dijo don Ramón.
Salimos a la calle para despedirnos.
- Ya ves y querías matarlo…, hijo de la chingada…. si no fuera por el pinche Jonás. Oyelo, oye cómo canta…., es parte de la noche, con la luna, con las estrellas. Y querías matarlo, hijo de la chingada….
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