Camino en el parque, aquel que me enseñaste, aquel que siempre estuvo ahí pero que me era invisible. Recordé cuando me lo presentaste. Sus jacarandas, su cielo y sus bancas, su silencio y ese limbo donde el tiempo no transcurre. Me siento en la banca. Contemplo a las parejas, la gente pasar. Acerco mi café y bebo un sorbo.
Ojalá estuvieras acá.
Ojalá y tu voz fuera el trino de los pájaros. Ojalá y tus ojos fueran el cielo.
El tiempo sigue detenido y yo ahí seguiré. Sumergido en un recuerdo que se caracteriza por la gran ausencia de algo, ese algo que eres tú.
Respiro hondo. Me acomodo y cierro los ojos. Sigo respirando profundo mientras una ráfaga de aire mueve las copas de las jacarandas. Entrecierro los ojos, y lo sé; estas conmigo, aunque nunca será suficiente.
Más allá del bien y del mal, hay otro nivel de conciencia. Nos daremos cuenta cuando estemos ahí.
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