En mi mundo, caminas y yo te sigo, me ves de reojo con una media sonrisa. En tu mundo, me ves avanzar hacia el mar, abriendo los brazos al sol.
En mi mundo, te contemplo en un momento de tus sueños, mientras tomas un café y mandas tu vista más allá de los volcanes. En tu mundo, sigues mi voz que revive a Dafne y Apolo y te estremeces melancólica, al saber que Dafne titubeó ante el la muerte virtual y la vulnerabilidad de Apolo.
En mi mundo, te sueño y me confunde el llevarte tan arraigada hasta mi mundo inconsciente. En tu mundo, despiertas y buscas mi mirada.
En mi mundo, te escribo una nota y al terminar de leerla, cierras los ojos mientras me sientes en el viento que te abraza. En tu mundo, escuchas mi voz en la lluvia y sientes mi boca en la tuya cuando tu ilusión se confunde con la realidad.
En mi mundo, imagino y vivo tu mundo. En tu mundo, imaginas y vives mi mundo.
Qué paradoja!, el conjeturar en la fantasía soñando una aproximación a tu existencia por su lado de colores e imposibles, instantes de significado y eternidad, la eternidad de lo grabado profundamente en la memoria, lo que pretendemos, perdure hasta en otras vidas, en otros tiempos y locuras, para que no me olvides y siempre me tengas en la pasión de tu sentir.
Ahora lo entiendo, tú y yo, siempre estuvimos juntos por que el tiempo nunca pasó. El entorno fue lo que se movió así como nuestra forma al compás del tiempo en sus años, en sus siglos, pero tú y yo seguimos estando juntos en la añoranza y en el divagar de nuestro pensar íntimo. Reconozco tus rasgos en todas las mujeres del mundo, te llevo en las palabras, en estas palabras que me haces trazar con estas manos sumamente cansadas pero renacientes para seguir y agotar tus ojos a lo largo de este camino de palabras que no tiene fin en su sustancia.
Y te reconozco entre la gente y los objetos, pero sobre todo, en este instante de grillos y truenos de mi ahora anacrónico y universal; te siento y te escribo desde el recuerdo ancestral de lo desconocido de las existencias tuya y mía. Y que donde quiera que estés, sé que nunca me podrás olvidar, pero tampoco me podrás recordar, tan sólo podrás contemplarme borroso en sensaciones, mientras yo sigo escribiendo a la luz de tu presencia intangible e inexorable.
Más allá del bien y del mal, hay otro nivel de conciencia. Nos daremos cuenta cuando estemos ahí.
miércoles, 8 de octubre de 2008
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