domingo, 18 de octubre de 2009

Redefiniendo la realidad 1

- Pásale carnal, ahí estan unos cuates

Fueron las 2 horas más largas, absurdas, incluso diría; estúpidas y desperdiciadas del fin de semana.

El primer sujeto era un moreno muy quemado regordete con una camisa negra. Un rosario colgaba de su cuello curtido por el sol. Tenía una cabeza gorda y gigante, parecía la cabeza de un jabalí. Es más, era un jabalí parado, como el de las tortugas ninja. Su mirada era la de un judicial, ojos rojos pequeños e inexpresivos con ojeras verdes.

El segundo sujeto era un ser con cara redonda y rasgos extraterrestres. No era cara humana, era más una caricatura o un garabato de un burócrata. Ojos muy grandes, cejas arqueadas y en ángulo. No tenía casi barbilla y tenía todos sus rasgos amontonados. Su cabeza era pequeña y como que le faltaba nuca. Por lo mismo, su peinado era extraño. Un peinado de raya en medio y tenía el pelo pegado a la cabeza, como si estuviera mojado.

El tercero era un guey que no hablaba, nomás reía. Le decían "minotauro".

El cuarto tenía mirada retadora y se veía con sueño. O borracho, daba igual. Camisa de manta y mezclilla.

Todos con vaso en mano, ya borrachos. Me integré a su grupo.

Después de oir la segunda historia, me paré y me fui. Era la mierda más absurda y bruta que había oido. Una sarta de pendejadas.

- Oye carnal, qué pedo con tus cuates?, estan bien dañados...
- Son unos pedotes sin remedio guey, llevan dias tomando. Nomás se levantan, comen algo y se ponen a chupar, no importa la hora....

Me fui a hablar un poco con la esposa de mi cuate que no paraba de hablar de sus hijos y de lo estresante y acelerada que es la vida de una ama de casa. Me estaba empezando a angustiar al no encontrar lugar para mí en ese lugar.

Algo pasó afortunadamente y me encontré libre. Me senté con los simios-jabalies otra vez. Saqué mi celular y me puse a jugar.

Un niño sacó un tambor y empezó a golpearlo..., junto a mí. Otro estaba llorando y otro pasaba corriendo con una guitarra gritando.

Pronto, se agregaron los gritos de la mamá de los niños (la esposa de mi cuate). Después se unió a este concierto la voz de mi cuate para regañar a sus hijos.

Cuando volteaba, los simio-jabalíes estaban en el momento climax de otra historia decadente, nada graciosa la cual proyectaba la caca seca que era la concepción de sus propias vidas.

Me paré.

- Carnal, ya me voy
- No mames, pero que pedo o qué?
- Me voy por una amiga
- Sale guey, nos hablamos al rato...

Creo que se dio cuenta. Ni pedo, no aguantaba más y resistí mucho...

Ocho horas después, estaba yo en la barra de un after y fijando la mirada en la multitud, vi a los simio-jabalíes. El que no hablaba, me saludó. Me acerqué, lo reconozco, por morbo. Verlos en el exceso del exceso, qué decían o seguían diciendo las mismas mamadas?.

- Qué onda carnal, cómo van?

El de la cara extraña, estaba dormido en la mesa, bee bop estaba dormido recargado en el respaldo de su silla. Los otros dos, se veían igual que ocho horas antes.

- Pues fuimos al antro y nos tomamos otra botella y acá venimos a pedir otra...., tú que onda con quién vienes?
- Unos gueyes al fondo. Sale ca, cuídense.

Mientras más atención pongo a lo que pasa a mi alrededor como espectador, no como protagonista, me doy cuenta que es sumamente absurdo. Me sorprendo más de lo surreal, desordenada y absurda que es la vida.

Más y digo, y lo tengo que decir, ¡más surrealista todavía cuando vivimos en la ilusión del orden y la seguridad!.

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