- Apúrale pendejo!..., ¿qué hizo ese guey?, ¿qué hizo?, ¡no mames!
Cervantes permanecía frente al aparador del OXXO de Ciudad Judicial, congelado; viendo como la sangre empezaba a salir a la calle, un caudal sencillo pero con un avance seguro.
- Me entrego
- Corro
Todavía alcanzó a ver al mopet y al huevo en las bicicletas.
Una vez en la casa del mopet.
- ¡Qué te pasó pendejo!, solo era chingarnos la lana!, ¡estas pendejo....., largate cabrón, ¡no tenías por que picarla!
El mopet tiró una patada a Cervantes mientras le gritaba de leperadas. Cervantes fue sometido con las patadas del huevo y del mopet y acabó tirado fuera de la casa. Mopet y huevo comentaron algo entre ellos. Vio como se acercaban y lo empezaron a golpear fuertemente en todo el cuerpo, patadas, puñetazos. Lo cargaron y lo arrojaron a un terreno baldío.
-Dices algo de nosotros y te mato con mis propias manos cabron
Abrió los ojos por el dolor de cuerpo y un olor putrefacto. El sol le daba en la cara. Se levantó, vió a 3 metros un perro lleno de moscas.
Despertó arqueandose de inmediato para vomitar junto a la cama.
- Su puta madre..., ¿qué hice?
El sueño recurrente, la manifestacion del recuerdo regresandolo a ese lugar y acción. Respiraciones agitadas y culpa frenética, paranoia omnipresente. La imagen de una mirada semiapagada y una marea de sangre, análoga al mar, a un mar trágico e infernal.
Una imagen: la mirada semiapagada que se desvía poco a poco al piso conforme la mujer va perdiendo el conocimiento.
- Me entrego
- Olvido
Se asomó por la ventana, habían pasado 5 días. El caso había salido en las noticias. Una noticia roja, nada más.
"Sangriento asalto a Oxxo de Ciudad Judicial deja una mujer muerta y un hombre herido".
Salió a la tienda, pidió unos camel.
- ¿Cómo viste lo que le hicieron a la pobre muchacha; esa del asalto, Chema?
- ....
- Dicen que la picaron como veinte veces...., malditos enfermos, eso son; enfermos
- ....
- Hasta se ve la sangre en el estacionamiento..., una manchota...
Cervantes tomó los cigarros y salió a paso rápido de la tienda. Prendió un cigarro mientras caminaba.
- Maldito perro, más enfermo está él, bastardo de su puta madre.
La rabia lo dominó. El relato público, la nota roja oral de los habitantes hacía visible y evidentes hechos y datos que lo confirmaban como un asesino cruel e inhumano. Incomprensible su acción ante sus ojos.
- ¡Que me des el dinero pendeja!
- Sí, sí
- ¡Que te apures, chingao!
- Guey, creo que viene una patrulla
- ¡Tu puta madre!, ¿nos quieres chingar?, ¿nos quieres chingar?
...
- ¡Corre!, ¡corre pendejo!
Cervantes corre y cae al piso.
Alza la mirada y visualiza a la intendente del oxxo en la entrada del super, de pie, temblando de manera enferma y dándole la espalda. Una línea de sangre se va dibujando por su pierna, como el trazo torpe de un niño.
Cervantes se desborda de horror. Patalea patinando hacia atrás, tirado.
- ¡Estaba muerta, estaba muerta, estaba muerta, estaba muerta!
Se empieza a oir un grito de mujer a lo lejos. El volumen se va volviendo cada vez más intenso, llegando a lo insoportable.
- No puedo, no puedo...
La intensidad del grito sigue incrementando mientras la mujer tiene ya un charco y permanece temblando de pie.
- ¡Nooooooo!
Cervantes brincó de su cama nuevamente. Yacía de pie respirando incontrolablemente. Los ojos desorbitados y poseídos, su expresión facial, la de un condenado al tormento sicológico, la mirada de un loco perseguido por sus fantasmas. Sus manos crispadas y pegadas al cuerpo. Había mojado la cama.
Tras un par de segundos, seguía oyendo el grito y tenía en sus ojos la imagen de la mujer.Mirando al techo. Sus labios apretados emitían un leve gemido de dolor mientras las lágrimas escurrían por su rostro.
- Me entrego
- Me suicido
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